El amor funcionario es esa clase de relación sentimental donde una persona (o ambas) se dedica a matar el tiempo con una pareja que no le satisface, mientras espera a que llegue su alma gemela, el amor de su vida, la hierba más verde o la pareja ideal.
Las relaciones funcionarias son como un mal trabajo: una especie de obligación autoimpuesta para mantener un estándar social mientras se huye de la responsabilidad de crear el propio camino y lidiar con la propia existencia.
Hablamos de libertad como si fuera un derecho adquirido de nacimiento: y sin embargo, una y otra vez huimos de la auténtica libertad, que es simplemente la capacidad de elegir quienes queremos ser y sobre todo, con qué clase de personas queremos compartir nuestras vidas. Cuando no hay libertad, cuando una persona está tratando de encajar en un molde social a la fuerza, aun en contra de lo que supone su naturaleza y su impulso, se condena a una vida funcionaria, con trabajos funcionarios y amores funcionarios donde está perpetuamente insatisfecho, esperando esa lotería del empleo ideal o del amor perfecto que nunca toca.
Los amores funcionarios a veces son un pacto de dos almas profundamente aburridas. Otras veces uno de los dos miembros de la relación está verdaderamente enamorado, mientras que el otro se limita a tolerar la relación porque «peor es nada». Para la persona que sí creyó en la relación, supone un dolor infinito descubrir que a la postre, no fue más que el periodo de transición del amante funcionario en su eterna búsqueda del amor definitivo.
Cuando somos las víctimas de un amor mediocre, donde nos convertimos en la estación de paso antes de llegar al destino definitivo, no debemos jamás lamentarnos de haber amado. Como decía el novelista y filósofo Albert Camus, no ser amados es una simple desventura; la verdadera desgracia es no amar. Si hemos amado, seguiremos haciéndolo, pues nuestra capacidad no empieza ni termina en una sola persona.
Pero cuando nos convertimos en amantes funcionarios, estamos renunciando a la capacidad de amar y la intercambiamos por una simple (y falsa) sensación de seguridad. Si somos nosotros quienes mantenemos relaciones de este tipo, es momento de revisar nuestros valores, nuestras metas y cuestionar esa comodidad vacía donde nos hemos ido enredando hasta el punto de creer no poder salir de la situación que nosotros mismos hemos creado.
¿Porqué no aceptar un amor funcionario en nuestras vidas? Porque el amor debe hacernos crecer, no estancarnos. Porque el amor se debe disfrutar, nunca soportar. Y porque sólo tenemos una vida y no podemos permitirnos desperdiciarla en relaciones que no nos aportan nada.
Lo que dice Camus me parece una verdad como un templo. El que ama lo hace de una manera activa, esta vivo, siente la vida correr por sus entresijos. Amar es un auténtico privilegio y me refiero no sólo al amor de pareja. El ser amado resulta cuanto menos interesante, puede llenar tu vanidad y te da una sensación de seguridad que sin duda influye en la autoestima.
Pienso en el amor funcionario que no es el amor de los funcionarios, aunque estoy seguro que la función pública influye en las relaciones amorosas. La seguridad del puesto, estabilidad vital y esa inmensa losa que es la familia ejercen una presión sobre cualquier pareja que es casi imposible de obviar.
Aspirar a un puesto en la administración está muy bien pero aspirar a un amor sin sobresaltos es no solamente absurdo sino que va en contra de lo más bonito de la vida, que es cometer todas las locuras que se hacen por amor. Con certeza los años pasan pero si se alimenta, el amor es como la voz que siempre dura y que cuando las canas y las arrugas han desvirtuado tu imagen, las ondas sonoras te identifican mejor que el DNI. ¡Vive lámour…livre!
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Es tal cual lo que estoy viviendo hace diez años, atrapado por no perder la casa, todo por lo que trabaje tantos años y mi hijo, que es mi único amor…. esperando una ayuda de una fuerza superior.
Ya me esta afectando mi salud con ataques de stress y pánico, no se como salir ni si quiero, lo siento como una derrota y por el miedo a quedar solo
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Hola Javier,
No estás obligado a tomar ninguna decisión al respecto, tanto si no puedes, como si no quieres. No siempre las únicas opciones son quedarse o dejarlo. Muchas veces, dentro de la misma situación, se pueden implementar mejoras, en el sentido de empezar a conquistar pequeñas autonomías, desde hacer un deporte por tu cuenta hasta reforzar las relaciones con otras personas importantes de tu entorno. Lo que más nos daña a nivel emocional, psicológico y físico, no es mantener una pareja con alguien a quien no se ama, sino que esta persona o la relación sean lo único que te separa de tus miedos más profundos: a la soledad, al vacío, al abandono, al cambio, a no saber valértelas por ti mismo. Que haya otros elementos que te reporten cosas positivas, es lo mejor que puedes hacer por ti mientras no sean posible otras opciones más radicales.
Abrazos!
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Querida Cristina, siempre es un placer leer tus artículos, hace 3 años me encuentro en una relación funcionaría, se me hace difícil tener citas y otras relaciones estables, y caigo de nuevo con esa persona. Ya no se si es querer o acostumbramiento pero siempre esta esa frase «peor es nada». El tema es que cuando me encuentro con esa persona siento un vacío existencial, como si todo lo que ofrece no es lo que mi cuerpo quiere en realidad, tengo ataques de angustia y ansiedad. Muy a menudo me encuentro sola y sin que el me moleste y ahi voy yo de nuevo tratando de retomar la relacion. Ya no entiendo si estoy con el porque lo quiero, porque no quiero estar sola, o porque me resulta más cómodo lo viejo conocido que nuevo por conocer. Ya he intentado separarme por meses y aún vuelvo, conocer a otras personas pero no me satisface, salir, hacer alguna actividad pero nada va funcionando tarde o temprano vuelvo con esa pareja funcional. Agradecería respuesta, abrazo grande
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Hola Micaela,
El hecho de que siempre vuelvas a recaer con esta persona, con una relación que te angustia y al mismo tiempo, es una sofocante zona de confort, es precisamente lo que te impide ver más allá y cambiar tu situación.
Estás invirtiendo el orden: primero rompes tu zona de confort y luego se da una evolución que toma su tiempo y sus cambios, no al contrario.
Abrazos
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