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Ni existe la pareja perfecta, ni existe la relación perfecta. Pero dos personas imperfectas pueden funcionar (casi) perfectamente. ¿Cuáles son los secretos de las buenas parejas? Estas son los rasgos más habituales de las relaciones de calidad.

1- Compartir etapas: el hinduismo habla de las parejas kármicas y las parejas dhármicas. Las parejas kármicas son aquellas que se generan para liberar el sufrimiento, las carencias y los miedos acumulados durante las vidas pasadas. En cristiano, simplemente son las relaciones de la inmadurez, en las que se evidencia todo lo que tenemos que pulir en nosotros para crecer y trascender el dolor. De la pareja kármica a la pareja dhármica: las llamadas «almas gemelas», que se encuentran cuando las dos personas han sanado las viejas heridas, cuando se han completado y han entrado en una etapa de evolución continua en la que se conocen a sí mismos y se han liberado de dependencias.

En un plano más terrenal, si un miembro de la pareja está en una etapa de crecimiento y aprendizaje y la otra persona está estancada, no desea o no puede avanzar, es extremadamente complicado mantener la relación en buen equilibrio. Las dos personas deben compartir disposición ante la vida y una apertura total al cambio.

2- Cultivar el ocio: hacer cosas juntos es importante, pero no menos importante que al menos cada persona de la pareja tenga una ocupación, actividad o hobby a título individual. No se trata de imponerse una tarea, sino de buscar un espacio propio en el que expresarse como individuo.

3- Afinidad: si bien se dice que los opuestos se atraen, realmente a la larga, son parejas que generan excesivas fricciones por el intento de conjugar personalidades incompatibles.

4- Saber discutir: decía Aristóteles aquello de Cualquiera puede enfadarse, eso es muy fácil. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y de la forma correcta, eso ciertamente, no resulta tan fácil. Si las negociaciones en la pareja están cargadas de victimismos, chantajes emocionales, agresividad o manipulación, estamos anclados en una forma de relacionarnos infantil y destructiva. Es importante aprender a limpiar la comunicación en la pareja para poder generar acuerdos constructivos, no desacuerdos destructivos.

5- Flexibilidad: y no me refiero a hacer las 1500 posturas del kamasutra. La flexibilidad es la capacidad para adaptarse. Si uno o ambos detentan unos patrones rígidos que les es imposible cambiar, tarde o temprano dichos patrones pesarán sobre la relación.

6- Dar y recibir: Manos que no dais, ¿qué esperáis?. Las buenas relaciones se basan en la correspondencia. Dar amor desmedidamente y sin esperar nada a cambio es una cualidad maravillosa. Pero a la hora de la verdad, una pareja en la que uno sólo recibe y el otro sólo da, no es una pareja: es una ONG.

7 – Superar el enamoramiento: hay personas que se pasan toda la vida enganchadas al cóctel neuroquímico del enamoramiento. Sin embargo, como dice Stephen Grosz el enamoramiento nos aleja del amor verdadero. ¿Cómo serían las relaciones si no existiese ese periodo inicial de arrebato y ceguera? Posiblemente más sanas, satisfactorias, realistas y duraderas. El enamoramiento es precioso, pero si te impide ver a la persona que escoges para compartir tu vida, puede ser contraproducente.

8- Superar la esclavitud al «para siempre». Hablando de relaciones duraderas; nadie en este mundo llega a tu vida con un contrato indefinido hasta la muerte. Las cosas pueden cambiar, las personas evolucionan, muchas veces la vida va por derroteros inesperados. Todos  tenemos un camino propio: de tanto en tanto, lo compartimos con otras persona durante etapas que pueden ser más o menos largas. Pero nadie puede poseer el camino de nadie.

Los seres humanos tendemos a sembrar ilusiones de permanencia para huir del vacío, protegernos de la soledad o del simple miedo al cambio. Pero cuando este afán del para siempre supone aceptar relaciones mediocres que no nos dejan crecer ni tampoco nos procuran bienestar, entonces es hora de revisar las clásulas del contrato. La clave es: amar como si cada día fuese un para siempre. Y que cada día que amanezca, suponga, una vez más, renovar esa elección.

9- Ser felices: muchas personas dicen que la felicidad son momentos puntuales. Posiblemente confundan la felicidad con el placer y la alegría, que, en efecto, son momentáneos. La felicidad es un estado de plenitud que se cultiva a través de los años y que es resultado de un trabajo de introspección y madurez personal. Así pues, una relación feliz se caracteriza por dos personas felices, no por dos personas que tienen la obligación de hacerse felices. Si una o ambas personas no están satisfechas con sus vidas, si están en un periodo de sufrimiento, o están perdidos, si tienen una adicción, o un trastorno limitante, o necesitan maltratar o ser maltratados, o se sienten vacíos, no es el momento de cultivar un buen amor. ¿Cómo vas a ser feliz con alguien si no eres feliz contigo mismo?.

Antes de plantearse el luchar por revivir la llama en una relación desgastada, quizás deberíamos afrontar qué es lo que no nos llena de nuestras vidas y cambiarlo. Dos personas felices con lo que hacen y con lo que son, son dos llamas que no se apagan.

10- No necesitarse: se promueve el amor entre dos mitades, en lugar de entre dos personas. Sin embargo,  la necesidad es la enemiga natural de toda relación de amor. el desapego extremo es tan poco recomendable como el apego obsesivo. Muchas personas después de una ruptura declaran cosas como «no sé quién soy», «no sé que quiero», «mi vida no tiene sentido sin fulano o mengana». Si no puedes concebir una vida sin la otra persona, entonces tu vida no es tuya. Hay que quererse, no necesitarse.

En palabras de Erich Fromm El amor infantil sigue el principio: Amo porque me aman. El amor maduro obedece al principio: Me aman porque amo. El amor inmaduro dice: Te amo porque lo necesito. El amor maduro dice: Te necesito porque te amo.