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Llevabas tiempo insatisfecho/a, comiéndote la cabeza y buscando una solución y al final…has decidido dejar a tu pareja. Pero lejos de sentirte tan bien como pensabas en tu nueva vida, echas de menos a tu ex y te planteas intentarlo de nuevo. Antes de iniciar la ofensiva, reflexiona ¿qué es lo que quieres en realidad?

Los seres humanos, salvo escasas e iluminadas excepciones, generamos relaciones basadas no sólo en el amor, sino también en la dependencia. Cuando el vínculo se basa principalmente en la necesidad y acaba por superar con mucho al amor, se convierte en una patología que no sólo acaba por destruir a la pareja, sino que además nos resta en felicidad y calidad de vida. A veces, el sentir y la voluntad de estar con alguien se marcha por la ventana; sin embargo, en muchas ocasiones la dependencia sobrevive mucho más tiempo que el amor.

Porque la dependencia es una criatura no del corazón, sino del pensamiento. Es lo que llamamos «cabeza» lo que ha generado una necesidad de bienestar y seguridad que asociamos a la persona que hemos dejado. Dicho en otras palabras, el amor como sentimiento es un potencial maravilloso que nos hace libres y plenos: pero no es una herramienta de bienestar instantáneo. Es un actitud ante la vida, no una droga. Gran parte de las desdichas amorosas que nos afligen hoy día se solucionarían partiendo de la base que no se tiene pareja para estar bien: sino que hay que estar bien para tener pareja. 

Si has dejado una relación después de haber vivido esa lenta agonía del amor que se extingue sin remedio, da igual lo mal que hayas estado, lo mucho que hayas deseado irte: es más que probable que, tarde o temprano, sientas el tirón de la dependencia y te veas ante el dilema de resistir o regresar.

¿Te encuentras en esta situación? Recuerda que las personas no son objetos que se tiran y se recogen según convenga. Antes de ir corriendo a buscar a tu ex pareja en un ataque de nopuedoestarsolitis, date un tiempo para superar el enganche psicológico porque, de lo contrario, un segundo intento volvería a evidenciar el mismo problema: la desgana, el sufrimiento, la tristeza, el sentir morir en vida….No, tu malestar es un asunto personal y no te lo resolverá un retorno intempestivo en pleno síndrome de abstinencia.

Haz ejercicio de empatía. Tu ex pareja no es un depósito de cariño, amistad incondicional, admiración o sexo. Es un ser humano con sentimientos que además ha compartido algo valioso contigo. Ni tú ni esa persona merecéis una relación tibia y llena de dudas: si no puedes estar al 100% e ir a por todas, no vuelvas.

Cortar una relación y regresar corriendo por no tener agallas de salir adelante por uno mismo, es como irse de casa de tus padres y aparecer a los dos días pidiéndoles dinero para poder comer. Date un tiempo de saborear la soledad, de reflexionar y de ser emocionalmente independiente. Haz tuya la frase de Bergamín: el valor espera; el miedo va a buscar. Si cuando no «necesites» a esa persona, sigues queriendo regresar a la relación, ¡adelante!