amores platónicos

Amor platónico: dícese de aquello que suele ocurrir cuando llevas una vida tan gris que te enamorarías hasta de un poste telegráfico.

El poeta medieval Petrarca escribió su célebre Cancionero inspirado por una mujer a la que, en sus poemas, llamaba Laura. Nunca se conocieron, pero unos pocos vislumbres fugaces, una monumental idealización y una alegre inmersión del autor en los mundos de Yupi de los amores platónicos, dieron lugar a versos como éstos:

Amor me halló del todo desarmado
y abierto al corazón encontró el paso
de mis ojos, del llanto puerta y barco.

Un enamoramiento obsesivo, etéreo, imposible, como una incesante quemazón en el alma, que duele como duele a la larga, todo acto de desamor a la realidad.

Te puedes enamorar de una voz. De De un par de conversaciones íntimas por un chat de internet. Te puedes enamorar de esa persona con la que todos los días te encuentras en el bar en la hora del café. O de ese compañero de trabajo con quien apenas hablas. O de esa cajera tan mona que te roza la mano cuando te da el cambio. Te puedes enamorar de un gesto amable, de una sonrisa amistosa o de una atención inesperada.

Y la textura y la consistencia de estos enamoramientos no se parece a la de los amores reales, tangibles, posibles. Son fascinantes porque intuyes que contienen algo extraordinario que nunca estará a tu alcance. En cierto modo, tienen una cualidad fantasmagórica. Como un sueño.

Crear espejismos significa idealizar a alguien para convertirlo en aquello que necesitaríamos para salir de todo esto que nos está ahogando. Pueden durar unos días; pero hay casos en los que perduran durante años, incluso sin haber sabido nada más de esa persona desde entonces.

Crear espejismos significa que necesitas tanto tener un estímulo en tu vida que ves príncipes y princesas donde sólo hay seres humanos corrientes y molientes. Y ves amor donde sólo hay idealización en torno a algo que, como es un completo misterio para ti, puede tener todas las cualidades que tú necesites que tenga para seguir alimentado fantasías tan bonitas como inconsistentes.

El problema viene cuando el enamoramiento se convierte en la única via de escape para distraerse de un día a día frustrante y sin estímulos. Como todo proceso adictivo, nos hace refugiarnos en un mundo de pompas de jabón que nos entretiene una temporada y nos evita hacer precisamente lo que más  tememos: salir de la zona de confort y afrontar verdaderos cambios.

El mejor antídoto contra pasarse la vida obsesionándose con historias fugaces o construyendo castillos en el aire, es encontrar lo que te falta ahí dentro. La fuerza, la energía, la vitalidad, la alegría, las ganas de vivir, son recursos que ya están latentes en ti. Las personas que hallan su propio equilibrio, no suelen crear espejismos.

Pregúntate: ¿Qué tengo yo realmente con esa persona? ¿hemos hecho el amor? ¿hemos compartido verdaderas experiencias? ¿merece la pena atascarme con alguien que nunca ha pasado nada? Desciende a la tierra por un momento y e intenta observar el verdadero valor de esa experiencia o relación que has ido engordando con la imaginación.

Muchas veces, no es la realidad la que nos daña, sino la fantasía. 

Enamorarte de imposibles no te convierte en una persona rara. Tampoco significa que sea una señal cósmica de que hayas encontrado a tu alma gemela. Crear espejismos sólo quiere decir que probablemente haya llegado el momento de implementar cambios en tu vida, en tu pareja, en tu trabajo o tu actitud. Caer en la adicción a los amores imaginarios como forma de chutarse temporalmente contra ese tedio constante que es tu existencia, es un camino estéril que acaba por atraparte en un sitio aún peor que la vida real: la isla de Nunca Jamás.

Lo que Nunca Jamás viviste. Lo que Nunca Jamás tuviste. Lo que Nunca Jamás disfrutaste.

Los amores imaginarios son pequeñas locuras transitorias que nos dan un vislumbre de lo que podríamos ser, si nos dejásemos de soñar despiertos y empezásemos a vivir.

Algunas personas nunca enloquecen. Tendrán unas vidas realmente horribles (Charles Bukowski)