tiempo ruptura

Tras la pérdida de un ser querido, sigue un periodo de luto, adaptación y aceptación que llamamos el duelo. Según los expertos, esta etapa puede durar desde unos 6 meses hasta 2 años. Pero a la hora de la verdad, no hay una pauta que pueda aplicarse a todo el mundo. ¿Cómo saber cuánto va a durar el duelo?

Dicen que el tiempo lo cura todo. Yo matizo: el tiempo por sí mismo puede difuminar los recuerdos, imbuirlos de una pátina borrosa en el que incluso el rostro de la persona que amabas se convierte en algo díficil de dibujar con nitidez en la memoria. Pero dejar pasar el tiempo, sin más, no cura. Uno puede estar años y años guardando el fantasma idealizado de algún ex del pleistoceno, en la cajita cerrada de sus emociones, con el mimo con el que una señora adinerada guarda sus joyas favoritas y permanecer aquello tan vivo y fresco como si hubiera pasado la semana anterior.

Una vez se ha comprobado  que el tiempo por sí mismo, no es una solución mágica, se pasa al plan B. Sólo lo superaré si vuelvo a enamorarme de otra persona. Nuestra recuperación, dejada al arbitrio de encontrarnos con alguien hipotético que además tiene la improbable misión de sacarnos de nuestras miserias.

El problema de este planteamiento es que nadie sabe cuándo llegará ese supuesto héroe o heroína en su caballo blanco al rescate. A menudo uno se entrampa en esta tenue promesa, sólo preguntándose de vez en cuando porqué diablos tarda tanto en cumplirse. Mientras tanto, se prueba con unos cuantos plebeyos, pero no funciona porque nunca están a la altura del Gran Amor de tu Vida.

Una vez descartadas las dos opciones, sólo nos queda una: cambiar.

Una ruptura supone un cambio. El duelo durará lo que dure nuestro cerebro en aceptar ese cambio y adaptarnos a la etapa nueva que está por venir.

La recuperación no depende de circunstancias o personas externas. Depende en exclusiva de uno mismo. Da igua si tu ruptura fue del tipo fue bonito mientras duró; o, en cambio, ascendía a la categoría de acabo de perder al amor de mi vida. La labor de avanzar está sólo en tus manos.

Es natural que este proceso requiera su tiempo, pero hay factores que no nos ayudan ¿Qué ralentiza la recuperación?

– La rigidez: es un hecho, las personas creativas son mucho más adaptativas. Si eres inflexible, de ideas fijas, necesitas tener el control constantemente y te cuesta un mundo cambiar, te llevará más tiempo aceptar lo que está sucediendo y el sufrimiento será mayor. ¿Un truco? La personalidad-muro puede evolucionar. Intenta practicar algo creativo: escribir una historia, dibujar, algún trabajo manual, etcétera…haciendo esto empezarás a educar a tu mente para ver más allá de tus cerrados horizontes. Haz que tu mundo se expanda.

– La culpa y el victimismo: en los primeros tiempos de una ruptura, es normal el sentimiento de ultraje, de rabia, de cómo ha podido hacerme esto a mí; y suelen ir acompañados de la inútil práctica del autofustigamiento. Si aquella tarde en la pizzería no me hubiera puesto una anchoa en el agujero de la nariz...igual fulanito o fulanita no me habría dejado. Pasarás por esa parte del camino, pero no te quedes ahí. ¿Cómo evitar estos pensamientos? No hay que evitarlos, pero tómatelos como una gripe que tienes que pasar, no como la única voz de la verdad.

– El autoboicot: ningun estudio científico riguroso avala que no puedas volver a enamorarte, que nunca más vayas a volver a ser feliz o que te han arruinado la vida para siempre. Puedes creer también que las vacas son púrpuras y las sirenas existen, pero abre los ojos y mira a tu alrededor. Las personas vuelven a enamorarse, vuelven a ser felices y sus vidas no se arruinan a menos que ellos quieran. Al menos que seas un extraterrestre y no una persona, tú también puedes.

– El contacto: si tienes el corazón roto, por así decirlo, cada vez que sepas algo de tu ex pareja o que hables con él o ella, será como introducirlo voluntariamente en una apisonadora, una y otra vez. Que tu sentido común se imponga a la desesperación: enfrentarte al dolor, vas a tener que hacerlo igual, la diferencia está en sufrirlo cinco días, cinco meses o cinco años más de la cuenta. Es mejor pensar que quien fue tu pareja a día de hoy se ha ido a una prospección minera a Alaska y nunca lo volverás a ver.

– Incapacidad de perdonar: perdonar es una última etapa del duelo y en realidad tiene más que ver con perdonarse a uno mismo. Lo cual, descubrirás, que es más difícil que perdonar a los demás.

– No indagar: El autor Stefan Zweig aseguraba que toda ciencia viene del dolor. El dolor busca siempre la causa de las cosas, mientras que el bienestar se inclina a estar quieto y a no volver la mirada atrás. Observa lo que sientes, lo que haces, lo que experimentas: sé tu propio científico y encara el duelo como una auténtica investigación sobre ti mismo/a. Ya llegará el tiempo de volver a acomodarte. No dejes de aprender.

Y lo más importante: no te obsesiones en superarlo. Céntrate en tu trabajo personal del presente: en las cosas que te hacen sentir bien, que te sorprenden o que te muestran algo nuevo que no conocías sobre ti. Haz como si cada noche se acabase el mundo y volvieras a renacer de nuevo, cada día.