pareja comunicacion

Pareja: Conjunto de dos elementos de la misma clase. Conocer a alguien, sentir atracción e iniciar una relación, es sencillo. Construir una pareja, es un desafío mayor. Porque a pesar de lo que solemos creer, una pareja no empieza con la cama: empieza…hablando.

Hace unos días, hablando con una chica que acaba de dejar una larga relación con su ex pareja, me dijo una frase impresionante: ¿Y sabes una cosa? ¡Que ni siquiera me caía bien!.

Otro chico me decía que prefería los amigos a su pareja, porque con los amigos, podía ser él mismo.

Ambos habían dado, sin darse cuenta, con la clave esencial de la mayor parte de los fracasos de comunicación en la pareja. ¿Cuántas personas que están juntas no son, ni siquiera, buenos amigos?

¿Cómo actuamos con un amigo? Le escuchamos. Respetamos su opinión. Aceptamos su punto de vista como igualmente válido que el nuestro, aun no estando de acuerdo. No tenemos miedo de mostrarnos tal y como somos. Le apoyamos en sus decisiones. Podremos criticar sus actos, pero no su forma de ser o de sentir. Mostramos empatía y consideración.

Ahora, observemos nuestras relaciones sentimentales y seamos honestos con nosotros mismos. ¿Nos comportamos de esta manera con nuestra pareja?

Los problemas de comunicación más habituales se pueden clasificar de tres maneras:

Problema nº 1: Hablamos en idiomas diferentes.

En este caso, tenemos la sensación de que nuestros intentos de comunicarnos chocan contra un muro. La otra persona piensa y siente de una manera que no comprendemos y como no comprendemos, nos cerramos. Se establecen luchas de poder, en lugar de conversaciones. En realidad, lo que solemos hacer es aprovechar su parte del diálogo para construir en nuestra cabeza lo que vamos a replicarle. No se trata a la pareja como un interlocutor válido, sino como un problema que debemos resolver.

Solución: si la comunicación es frustrante, manipulativa o confusa, lo esencial es remitirse a los hechos. Como decía Woody Allen las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas. Aun cuando el lenguaje pueda distorsionarse a conveniencia, los hechos siempre son claros.

– Problema nº 2: No me atrevo a decirle cómo me siento.

El origen de este problema es el miedo a perder a la otra persona si nos revelamos tal y como somos, es decir, una pobre autoestima y escasa confianza en nosotros mismos. Esta actitud nos lleva a rumiar una y otra vez determinadas situaciones, autoengañarnos para sentirnos mejor y finalmente acumularlas sin darnos cuenta hasta boicotear la relación desde dentro.

Se produce un efecto bola de nieve. Un día tragas con una cosa. Otro día tragas con otra. Y luego otra más. Y así hasta que un día explotas, cual volcán en erupción, con el recuento de ofensas interminables de las que el otro ya ni se acuerda.

Haz un ejercicio en empatía y piensa: ¿cómo te sentirías tú si tu pareja, con la que todo iba aparentemente bien, te hace lo mismo?

No expresarse con la pareja es una forma de evitar un compromiso real con esa persona. Nadie puede vincularse plenamente contigo si no sabe quién eres.

Solución: Identififca los momentos en los que practicas el submarino emocional. Cuando tu pareja haga o diga algo que te cause malestar, expresa tus sentimientos. Esto me incomoda y no me gusta ¿por qué lo has hecho/dicho?

– Problema nº 3: Todo lo que me dice me molesta.

Es un síntoma habitual de degradación en la relación amorosa. Cuando a uno ya no le interesa lo que el otro tiene que decir, se ha perdido el respeto y la confianza y vemos a la pareja como un enemigo que nos atrapa, nos asfixia o directamente nos sobra.

Solución: hablar sinceramente sobre la continuidad de la relación con la otra persona. Tener en cuenta que la pareja no es quien está ocasionando nuestro malestar, sino nosotros mismos por nuestra propia frustración y falta de recursos emocionales. Plantearse incluso una separación temporal para poder calmarse y reflexionar desde una perspectiva más objetiva.

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En mi experiencia personal y profesional, he comprobado que los problemas de comunicación se acrecientan en proporción a la dependencia que exista con respecto a la pareja. Para muchas personas, es altamente complicado ser asertivos con alguien en cuyas manos está depositada toda su felicidad, bienestar y su razón de existir. Cuando esto ocurre, nuestra reacción es la de atacar o bien evitar los conflictos. La auténtica solución subyace en las mismas personas. Ser realistas y conscientes con respecto a nuestras necesidades y emociones: y establecer cambios no sólo de actitud, sino en la forma en la que encaramos la vida y el amor.

Cada mejora que pretenda realizarse con respecto a la pareja, ha de empezar siempre con uno mismo. El otro no es responsable de solucionar nuestros problemas, y carencias afectivas; ni mucho menos, de compensarnos por nuestros traumas emocionales.

¿Queremos tener una buena comunicación? Empecemos por recordar que somos amigos.

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