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No es fácil encarar una ruptura. Para el dejado, es un durísimo trago: pero para el que deja, tampoco es sencillo. No existe una manera ideal de dejar a nadie, pero si la premisa es causar el menor dolor posible -tanto a uno mismo como al otro – estos son los 10 errores más habituales que conviene tratar de evitar. 

1. Decir te quiero: no nos engañemos. Decir a una persona que la quieres al mismo tiempo que la estás dejando, es como decir que te encanta la pizza al mismo tiempo que la estás vomitando. Lo que tú entiendes como un consuelo, al otro le parecerá, en el mejor de los casos, una tomadura de pelo: y en el peor, dejarle en la confusión más absoluta, sufriente y desconcertante. No, no es menos cruel que decirle directamente que no le quieres.

2. Sigamos siendo amigos: por mucha voluntad que queráis echarle, los patrones mentales van a otro ritmo y no pueden pasar en unos días de expectivas, ilusiones, futuros compartidos, planes, retozos e intimidades….a colegueo y cervecitas algún jueves por la tarde. Para cambiar el chip se necesita distancia y tiempo. Y al igual que no meterías el dedo en la herida supurante de un herido de muerte, no lo hagas con el corazón de tu ahora ex ofreciéndole amistad cuando quiere, siente y desea otra cosa muy distinta. Nada de premios de consolación.

3. Darle esperanzas: Quien sabe si algún día en el futuro a lo mejor podríamos intentarlo…estoy confuso/a con lo que siento… Y etcéteras. A menos que tengas poderes visionarios, no tienes manera de saber si algún día amarás a esta persona que a día de hoy no amas lo surficiente como para ser su pareja. No extiendas cheques cuyos fondos no puedes cubrir.

4. Te dejo porque tengo muchos problemas: una manera de evitarte culpas y poner distancia sin hacer sangre, pero dudosa, cobarde y poco creíble. ¿Vas a romper tus relaciones cada vez que tengas estrés en el trabajo, exámenes de fin de curso o a tu madre enferma? A menos que estés amenazado de muerte por la mafia, esto no tiene mucho sentido. Si cuando tienes un problema huyes de tu pareja, el problema es que no la quieres lo suficiente.

5. Contactar con la ex pareja: si eres tú el que dejó de amar y la otra persona sigue sintiendo, cualquier mensaje, llamada, o propuesta por tu parte encenderá todos sus pilotos de esperanza al rojo vivo, dejándole a la espera de tu siguiente contacto como el sediento espera el próximo trago de agua en el desierto. Por muy solo, triste y necesitado que te encuentres, recuerda que la otra persona, que sí te quiere todavía como pareja, lo está pasando peor que tú y que le uses para sentirte mejor es lo último que necesita ahora mismo.

6- Decir eres el hombre/mujer de mi vida: si lo fuese, no le estarías dejando. Sé coherente en tus hechos y palabras.

7. Evitar el cara a cara: si eres incapaz de romper la relación de forma presencial, es mejor opción hacerlo por algún otro medio que prolongar la agonía indefinidamente o limitarte a desaparecer sin más. A menos que sea una relación tormentosa, adictiva y tóxica -en la que sí recomiendo utilizar medios indirectos por el riesgo que puede conllevar- intenta hacer de tripas corazón y darle una verdadera conversación final a una persona que compartió contigo tiempo, intimidad, confianza, respeto, amistad y amor.

Si te paraliza el miedo escénico, lo mejor es hacer un ensayo previo de la conversación, de las palabras que vas a decir y de cómo vas a comunicárselo a la otra persona.

8- Procrastinar la ruptura: muchas veces nos ponemos por delante mil excusas para ir retrasando la debacle. Ahora está muy agobiado/a con el trabajo, se lo diré después. Ahora tienen que operar a su abuela, se lo diré después. Ahora está de bajón porque el Real Madrid ha perdido la liga, se lo diré después. Si esperas al momento adecuado, nunca llegará el momento adecuado. Salvo en caso extremo de que al día siguiente le vayan a operar a vida o muerte, el mejor momento es: lo antes posible. Cuanto más pronto lo sepa, antes podrá empezar a asumirlo y recuperarse.

9- Echar «vertidos tóxicos»: a nadie le gusta ser el malo de la película y es humano que nos pongamos a buscar automáticamente razones para dejar a la otra persona tratando de endosarle la responsabilidad de la ruptura que nosotros hemos decidido: no era suficientemente cariñoso/a, comía con la boca abierta, no tenía metas en la vida, no quería comprometerse… Lo que toleraste en su momento por estar enamorado/a, no es responsabilidad de la otra persona, sino tuya. Culpar del todo al otro es ponerte una venda en los ojos que te impide hacerte adulto y asumir el paso de tu participación en una relación que siempre es resultado de lo que hacen dos, no uno.

10. Hacer el perro del hortelano: dejar a alguien para ir corriendo a los dos días a buscarle de nuevo (y así indefinidamente) no sólo es una tortura psicológica que mina la confianza y el amor propio de la pareja, sino además muestra escasa coherencia, poco autoconocimiento y más dependencia que amor por esa persona. Ser perro del hortelano significa que no quieres a la persona, pero que no quieres que deje de quererte. Antes de tomar la decisión, comprométete a ser firme, asume que puedes sentir dolor, tristeza, añoranza e incluso un pequeño síndrome de abstinencia: en la vida tendrás otras pérdidas, otras rachas complicadas y no puedes evitarlas, así que empieza por aprender a aceptarlas.

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Probablemente hayas cometido uno o muchos de estos errores alguna vez: lo normal en las primeras rupturas es hacerlo más bien fatal. A medida que aprendas y sobre todo, que te veas en el otro lado de la ecuación, podrás evolucionar para afrontar situaciones tan delicadas como ésta con mayor honestidad, decisión y sobre todo, empatía.

Recuerda que lo único que de verdad haría sentir bien a la pareja a la que dejas, es un te quiero y quiero intentarlo. No hagas nada que no te gustaría que te hiciesen a ti. No siempre vas a acertar con la otra persona, pero así, siempre acertarás contigo mismo.