contacto cero imposible

En este blog, verás muchos ejercicios, consejos y ayudas para poder superar una ruptura. Pero entre todos ellos, el más importante y efectivo, es el contacto cero. ¿Qué ocurre cuando no es posible dejar de ver a la persona?

Las dos situaciones más habituales en las que no puede aplicarse la distancia física y emocional, son las siguientes: o bien se coincide en el mismo lugar de trabajo/estudios, o se tienen hijos en común. Otras circunstancias incluyen compartir grupo de amigos, residir en comunidades pequeñas, ser vecinos o tener vínculos a través de otros miembros de la familia. En estos casos, no podremos hacer un contacto cero como tal, pero sí podemos crearnos una barrera mental. Vamos a desarrollarlo un poco más:

1) Trabajamos/estudiamos juntos.

Por mucho que sorteéis los encontronazos por las esquinas, las reuniones de máquina de café o los proyectos en común, saber que esta persona está ahí, que puedes verla en cualquier momento y que en tu imaginación está acechando tu presencia a lo documental de Félix Rodríguez de la Fuente, es, en el mejor de los casos, inquietante y en el peor, bastante desquiciante.

Se suele decir que la tecnología aísla y aleja a las personas. Sea una exageración o no, aislarte y alejarte de esta persona es lo que buscas ahora mismo. Úsalo a tu favor. En primer lugar, reduce el contacto al mínimo indispensable y si es posible, intenta resolver por e-mail las cuestiones relativas al trabajo. La comunicación indirecta ahora mismo es tu mejor amiga.

Si te lo encuentras de forma constante: ¿os acordáis de aquel viejo chiste sobre las artes interpretativas del actor Steven Seagal? Ilustremos.

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Esta es la cara que nos toca empezar a ensayar cada vez que nos crucemos con nuestro ex.

Un truco muy útil es evitar el contacto visual (por ejemplo, desviando o desenfocando ligeramente la vista): te resultará mucho más sencillo despersonalizar a tu ex pareja sin conectar con su mirada.

El objetivo es, con el tiempo y la práctica, ver a la ex pareja como un mueble más de la oficina o de la clase.

2) Tenemos hijos en común

Este caso resulta aún más complejo: mientras la anterior situación puede ser temporal, los hijos son un punto en común que nos mantiene como familia de la ex pareja, incluso a veces, a nuestro pesar. Evidentemente habrá temas que dilucidar, colegios que pagar, horarios que repartir y otras infinitas cuestiones acerca de la paternidad compartida, que no entiende de duelos, sentimientos heridos o terapéuticos contactos cero. Si el contacto resulta muy doloroso para una o ambas partes, lo más recomendable es hablarlo de manera sensata, directa y honesta con la otra persona, explicándole nuestra necesidad de reducir la comunicación a asuntos estrictamente familiares de modo que podamos asimilar la pérdida.

Evitar, siempre que sea posible, entrar en reproches, en reclamaciones y en chantajes emocionales, por ambas partes. Aprender a construirse un muro mental en el que reboten, como una pelota, todas las palabras y acciones que no se refieran a asuntos necesarios e imprescindibles, es un muy buen ejercicio. Al principio, te resultará difícil, con los sentimientos en carne viva, no hacer apreciaciones rencorosas, sarcásticas o dolidas: pero aquí estamos no para evitar caer, sino para aprender levantarnos cuantas veces haga falta.

Otra opción es solicitar la ayuda de los familiares durante esta primera etapa, de modo que podamos dosificar los encuentros o disminuir la carga emocional de los mismos, con el freno de la presencia de terceras personas ajenas al problema.

Un inciso: en muchas ocasiones, la persona que deja intenta mantener un fantasma de su vida anterior, repitiendo hábitos y costumbres como un autómata en un circuito cerrado. Esto es normal y que tú también intentes hacerlo, también lo es. Puedes dejar de amar a tu pareja, pero esto no significa que no sigas sintiendo apego y cariño por el tiempo compartido, por los hijos o por la vida familiar. Sin embargo, para la persona dejada esto acaba suponiendo un carrusel de esperanzas y decepciones, subidones y bajones.

La paradoja de todo esto es que sigues tendiendo a apoyarte en la persona que te genera el dolor, precisamente porque hasta ahora, era la persona que se ocupaba de consolarte cuando algo te dolía. Y nuestro cerebro requiere un proceso de asimilación del cambio que no es tan rápido como nos gustaría.

A menos que estés de acuerdo, lo disfrutes y no te suponga un daño, es muy recomendable ir poniendo límites a este tipo de situaciones, porque son confusas y nos alargan el duelo, mientras que no suponen el aumento de probabilidades para que la otra persona quiera regresar, más bien al contrario: nos colgamos el sambenito de ex parejas eternamente disponibles, lo cual, en la mayoría de las veces, sólo sirve para resultar poco atractivos y acabar sintiéndonos utilizados.

3) Otros casos

Compartir amigos suele ser un problema a la hora de tomar distancia, pues esto supondría renunciar a los planes sociales que tengamos con estas personas. En esta situación, tenemos muchas alternativas: quedar con amigos de forma separada, salir temporalmente de los grupos de whatsapp en los que figura la ex pareja, tomarnos un tiempo para movernos por otros círculos y actividades…El conflicto se presenta cuando hay cierta lucha de poder: ¿por qué le voy a subir el ego a esta persona alejándome? No olvides que alejarte lo haces por ti, porque eres una persona autónoma, que se responsabiliza por sí misma y que no puede condicionar su vida o su bienestar a opiniones e impresiones ajenas.

En resumen, el ego de tu ex es de lo último que tienes que preocuparte ahora mismo.

Conclusión: la actitud neutral, la reducción al mínimo contacto y el respeto a nosotros mismos y nuestras necesidades en este momento,  son las mejores herramientas para poder sobrevivir al contacto cero…sin contacto cero.

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