sociopatía

Encantadores natos. Mienten sobre sí mismos, sobre su entorno, su procedencia, sus sentimientos y sus capacidades. Las personalidades sociópatas se encuentran a menudo tras los casos de maltrato físico o psicológico. El proceso de una relación con una pareja sociópata se muestra a la perfección en dos películas anteriores a los años 50: Luz de gas, de Thorold Dickinson y su remake americano más conocido, la Luz que agoniza de George Cukor. Ambas narran la misma historia: en la Inglaterra victoriana, una joven mujer se enamora y contrae matrimonio con un famoso pianista y posteriormente se trasladan por instancia del marido a la vieja casa de la familia de ella, en Londres.

Ahí, con la única compañía de una cocinera sorda y de una joven criada, la protagonista empieza a sufrir una serie de extraños incidentes provocados por su pareja para hacerla creer que se está volviendo loca…

El remake, con Charles Boyer e Ingrid Bergman tuvo tanto éxito que en psicología se incorporó la expresión luz de gas para ilustrar el maltrato psicológico.

¿Qué es la sociopatía?

Con el narcisismo y el maquiavelismo, la sociopatía forma parte del conocido como TRIOPE (Dark Triad of Personality), referente a los perfiles de personalidad que tienen en común la carencia de empatía y la explotación de los demás en propio beneficio. La persona que responde a esta clasificación, muestra además rasgos antisociales, obsesivos, impulsivos y una desorbitada necesidad de control.

¿Cómo se vincula un sociópata?

La pareja sociópata puede ser hombre o mujer, fea o guapo, inteligente o estúpido, pero en un inicio siempre se presentará como una persona excepcionalmente encantadora, interesante, seductora y atractiva. Selecciona su objetivo guiado por la necesidad de obtener algo en concreto: dinero, beneficios, control, contactos o poder. Un caso de personalidad de rasgos sociópatas es el celebérrimo pequeño Nicolás, protagonista de un curioso escándalo que ha sacudido la actualidad española en los últimos tiempos.

Pueden tener tras de sí un historial de problemas diversos: antecedentes penales o policiales, infracciones, maltrato de sus anteriores parejas…asimismo, son habituales los comentarios de poca empatía, admiración hacia actos atroces o violentos, o presumir de haber causado dolor o daño a otras personas.

Recuerdo a un hombre, H., con este trastorno de la personalidad, que se vanagloriaba ante mí de haber practicado un constante y humillante acoso a un antiguo compañero de colegio. Con cierta complacencia, presumía de haber convertido su infancia en un infierno.  También ansiaba ser como Hitler.

La pareja de la persona sociópata, se removerá ante estos comentarios, pero su mente, enganchada a la seducción, les dará mil vueltas. Lo habré entendido mal…sería una broma…etcétera...

Si se plantea una terapia conjunta o individual, la persona con este trastorno, por regla general no buscará curarse, sino manipular al terapeuta. Para él, el problema siempre lo tienen los demás, que son débiles, inadecuados o no le dan lo que necesita.

Ellos pueden encajar su forma de hablar, actuar o presentarse en función de aquello que busquen conseguir de la persona que tienen delante. En cuanto al seducido, lo que verá seguramente es que quien tiene delante es alguien tan excepcional que fácilmente se le pueden perdonar algunas cosas inquietantes: que quiera ir demasiado rápido, que muestre unos celos desproporcionados, que traspase ciertos límites o que haya mentido sobre su vida y sus circunstancias de manera sistemática.

En el caso de las relaciones sentimentales, el sociópata utiliza el llamado refuerzo intermitente, es decir: alterna momentos de cariño y encanto fascinante, con ataques de ira, engaños, manipulaciones o intentos de controlar al otro.

El sociópata en efecto, es maravilloso vendiendo motos o contando fábulas increíbles, pero hasta ahí suelen llegar sus capacidades en cuanto a vínculos afectivos. Por decirlo de una manera sencilla, el amor de pareja está construido mediante un entramado tácito de tomas y dacas, concesiones y límites: la pareja sociópata no asume ni practica nada de esto, al parecerle inútil, incomprensible o estúpido en comparación con sus propios anhelos y deseos.

Si estás en una relación con una persona de estas características, no te quepa duda: llegará el momento en que creas de verdad que estás perturbado, paranoico o histérico. Tu pareja, lejos de ayudarte, reforzará estas percepciones, manipulando acontecimientos, palabras o sucesos que te introducirán en un confuso laberinto de medias verdades y medias mentiras. ¿Siente celos desmedidos? Tú eres el celoso. ¿Te insulta o te golpea? Tú le has provocado. ¿Te engaña con otra persona? Es tu culpa o te lo has imaginado. ¿No puedes prestarle dinero? Eres egoísta y tacaño/a.

En resumen, estás ahí para cumplir y adaptarte a sus necesidades. Lo que tú creas, pienses y sientes es incorrecto o no importa.

No suelen experimentar remordimientos o culpa por utilizar a los otros. Pero no carecen de emociones: pueden manifestar ira, nerviosismo, molestia e incluso atisbos de depresión y melancolía. Pueden actuar de manera perfectamente moral si esto conviene a sus objetivos.

¿Sabe el sociópata que es un sociópata? En palabras del autor de www.sociopathworld.com, generalmente los sociópatas son conscientes de que lo son. Esta es una de las diferencias entre sociópatas y narcisistas. Los sociópatas saben que son diferentes de las otras personas, pero pueden forzarse a actuar y pensar como una persona neurotípica normal.

¿Cómo salir de una relación con una pareja sociópata?

La dificultad de salir de una pareja simbiótica está en que se ha creado un nudo de necesidades y exigencias en las que la persona no sociópata se siente atrapado con el sentido del deber de un padre/madre hacia un hijo despótico, maleducado y caprichoso – y por supuesto, por su propia necesidad hambrienta de ser amado.

La solución más rápida y efectiva es cortar lazos y marcharse, evitando la confrontación: una persona maltratadora, sea cual sea la enfermedad que padezca, es una persona en cuya presencia podemos estar en riesgo físico o psicológico, de modo que no es el momento de buscar conversaciones asertivas y negociaciones normales y adultas con alguien que no lo es.

La otra opción, si no somos capaces de soltar amarras de golpe, es no seguir el juego del sociópata. Retomar amistades, contactos con el entorno, apoyarse en los seres queridos, es importante para no embebernos por completo en la relación y tener otros puntos de vista externos y objetivos. Además, la pareja con este trastorno sólo sentirá interés mientras se le proporcione lo que necesita.

No saliendo, no hablando con nadie, haciendo todo lo que el otro pide no sólo no sirve para complacerle -el sociópata es como un pozo sin fondo – sino que nos arriesga a una depresión segura resultante de la completa anulación de nuestra persona.

Olvídate de que cambie. El personaje encantador los inicios, no existe: es como una mujer que se llena de de maquillaje, adornos, extensiones, postizos y artificios estéticos varios para disimular unos rasgos toscos o vulgares. Quien se enamora del sociópata, se pasa toda la relación creyendo que el maquillaje es el verdadero rostro de su pareja. No lo es.

¿Cómo sanar tras una relación con un sociópata?

Tomando prestada la mítica expresión de Hannah Arendt, lo que más sorprende en el fondo, es la banalidad del mal.

El mal nunca es algo grandioso, imponente: no reviste la negra dignidad con que a veces le investimos. Lo que consideramos el mal es gris, tonto, repetitivo y a veces, resulta llanamente ridículo. A la persona que vive un trastorno de personalidad, no hay que mitificarla, hay que compadecerla.

La diferencia en realidad, la marcamos nosotros. Una persona que no negocia con lo que es, con sus principios, con su dignidad, es una persona a la que no puede manipularse.

En la vida de tu ex pareja, se han cruzado personas que le han rechazado, que le habrán visto extraño, o aburrido, o simplón, o demasiado dependiente. A ellos les fascina bien poco tu ex y sus sociopatías: tan indiferente es para otros como podría serlo para ti.

Obsesionarse con diagnosticar, investigar y entender es un camino largo, frustrante e interminable. No sacarás nada de ello y nunca sabrás a ciencia cierta el tipo de problema que tenga tu ex. Cada vez que sientas la compulsión de seguir indagando, en cambio, te propongo otra cosa: busca pequeños textos sobre meditación, paz interior, autocrecimiento, autoestima…adquiere retazos de luz, no jirones de sombra.

El contacto cero es muy necesario para este tipo de casos. La persona que ha estado en una relación de este tipo, pasará por un proceso de reajuste para recuperar sus referentes, que ha ido distorsionando o perdiendo a lo largo del camino. Asimismo, el juego posterior de manipulaciones, culpas, victimismos, lloros y pataleos que suele seguir a estas rupturas, es altamente desgastante para la autoestima. Y además, una pérdida de tiempo. Cada día que pasamos atrapados con alguien que no nos reporta felicidad, ni tranquilidad, es un día que perdemos de alegría, salud, amor propio y bienestar.