cuidado amigos

Friendzone: dícese de ese extraño estado intermedio entre noviazgo y amistad entre dos personas que en realidad ni son novios, ni son amigos.

Hay dos tipos de procedimientos sentimentales a través de los cuales se puede establecer una relación de pareja. El primero de ellos, es escalar desde la amistad al amor. Dos personas se conocen, se caen bien, conectan, empiezan a relacionarse y compartir experiencias sin mayores pretensiones y de repente un día, se miran a los ojos y descubren que al contrario que los ángeles, los amigos sí tienen sexo.

El resto, como suele decirse, es historia.

También existe la variante opuesta. Dos personas se conocen, surge una atracción física, comienzan a salir y si hay suerte, en la relación de noviazgo acaba surgiendo también la conexión e incluso en ocasiones, una verdadera amistad.

El problema de la friendzone empieza cuando intentamos llegar artificialmente a la primera situación y en realidad, nos encontramos en la segunda. Es decir, cuando acabamos de conocer a una persona que nos agrada y nos atrae y con la que no nos importaría tener cuanto menos, un par de meneos y cuanto más, intentar una relación. Pero esa persona, no parece correspondernos en primera instancia.

Y en un brillante giro estratégico, se nos ocurre que vamos a ser su amigo.

Pero ¡he ahí el quid de la cuestión! no seremos un amigo normal, no. Nosotros vamos a ser El Amigo. Porque, seamos sinceros, si pensamos en nuestros verdaderos amigos, no nos tiramos hablando las 24 horas por whatsapp con ninguno de ellos. No dejamos todo lo que estemos haciendo para ir corriendo a animarles una tarde aburrida de domingo. No cancelamos todos nuestros planes, porque el amigo en cuestión se haya quedado sin ellos. No estamos pendientes de si el amigo ríe, llora, tiene frío o tiene calor. No estamos dándole mil vueltas rocambolescas para complacer con detalles y favores a dichos amigos.

Como diría el gran Julio: no eres su amigo…y lo sabes.

La mal denominada friendzone, no tiene nada que ver con una amistad sana y recíproca. En todo momento las personas implicadas están en diferentes niveles: en concreto, uno está arriba, y el otro, a sus pies.

Si la otra persona aprecia en demasía (o más bien, depende de) el conjunto de prebendas que obtiene del sumiso pretendiente, se establecerá un vínculo explotador en el que uno de sus dos miembros abusa y el otro permite el abuso como promesa de poder tener algún tipo de relación sentimental en un futuro.

Un hombre en consulta, me contaba que estaba muy enamorado de una chica a la que se había declarado para encontrarse con un sólo amigos por respuesta. Pero ese sólo amigos, lejos de resultar disuasorio, resultó ser como agitar un capote rojo a los ojos de un miura. No sólo no desistió de su proyecto, sino que redobló su asedio e incrementó las atenciones, eso sí, potenciado y animado por la actitud receptiva de ella al acoger estos servicios con tanto agrado como conveniencia.

Pronto, mi cliente se convirtió en El Amigo: es decir, en esa mezcla de terapeuta, consejero, pagafantas, y pretendiente que otorga las prestaciones de una pareja, sin ninguno de sus beneficios.

La historia se prolongó aún durante 6 meses más, hasta que la chica conoció a alguien que sí le interesó para algo más que sólo amigos y acto seguido, desapareció casi por completo de la vida de este hombre. Ironía: lo que más lamentaba mi cliente era ¡perderla como amiga!

Ni siquiera había sido consciente de que nunca hubo amistad alguna. 

¿Por qué jugamos a la amistad con personas si deseamos amor?

Las razón de mayor peso para este comportamiento es el miedo al rechazo. Actuar como amigos o colegas nos garantiza un acercamiento amable y sin muchos riesgos que permite calibrar el interés del otro sin demasiado peligro. La ironía de esta situación es que si te comportas como un amigo con la persona que te atrae, es bastante probable que acabes siendo…su amigo. Enhorabuena. Ahora tienes una nueva amistad que ni siquiera querías.

El siguiente factor, es el de la baja autoestima. En resumen y como hemos hablado muchas veces: no somos felices, no nos gustamos y esperamos solucionar todo esto gustándole a un ser que consideramos superior. Y esta complacencia incluye tragar con lo que no queremos, por ejemplo.

¿Cómo evitar caer en la friendzone?

Si realmente deseas intentar construir una verdadera amistad con la persona que te interesa…no excedas los límites de esa amistad.

No estés todo el día pendiente de las necesidades de la otra persona. Los amigos se apoyan, no se solucionan la existencia.

Sigue atendiendo otros ámbitos de tu vida: tus amigos, tus estudios, tu trabajo, tu familia o tus aficiones. Mantente interesante (e interesado)

No te conviertas en confesionario: una cosa es que te cuenten un problema puntual y otra muy distinta, ser el único y principal depositario de todas las penas y desdichas de alguien que confunde amistad con consulta terapéutica. Si las conversaciones se convierte en un largo via crucis de desgracias, un lo siento, he quedado en un ratito, ya hablamos, bss a tiempo, ahorra muchos quebraderos de cabeza innecesarios. Además, piénsalo. No quiere tomarse ni un café contigo, pero te cuenta toda su vida. ¿Mande?

Regula la comunicación: las amistades y los amores, no se hacen en whatsapp. Todo lo que transcurra en el reino virtual y no esté refrendado por la vida real, no contabiliza. Valora sólo aquello que constituya también un esfuerzo por la otra parte. Hechos, no tecleos.

Con todo esto, no hay garantía alguna de conseguir el objetivo amoroso, pero puede que en cambio, sí consigas un verdadero amigo.

Y si ya te encuentras metido hasta el cuello en la friendzone y a consecuencia de ello, estás dejándote la autoestima, la dignidad y el amor propio en algo que cada vez parece más imposible, haz tuyo el consejo de Ramón y Cajal apártate progresivamente, sin rupturas violentas, del amigo para quien representas un medio en vez de ser un fin.