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¿Lo pasas mal cuando queda con sus amigos y no te invita a unirte? ¿Te molesta que tenga aficiones que no compartes o que salga de noche sin ti? Hay parejas que no desean nada más que estar todo el tiempo juntos: pero ¿qué ocurre cuando este deseo es desigual? 

La inseguridad es aquello que florece cuando los demás son más importantes en nuestras vidas, que nosotros mismos. El sentirnos continuamente a merced de lo que hagan otras personas nos genera una zozobra constante, como si caminásemos sobre un terreno movedizo e inconstante, compuesto de pensamientos, sentimientos, opiniones e ideas ajenas que surgen a nuestro alrededor y que amenazan nuestra integridad.

En la pareja, la persona insegura se maneja a base de condiciones. Estas condiciones siempre estarán relacionadas con las libertades, sobre todo las de su pareja. Para justificar estas condiciones, se acoge a los supuestos derechos y deberes que toda pareja ha de tener, como si sólo existiese un modelo de relación único, universal y valedero que hay que cumplir a rajatabla, porque de lo contrario…¿de lo contrario qué? ¿Nos llevarán a algún tribunal conyugal que juzgará la perfección de nuestro desempeño parejil?

En fin. Estas son algunas de las condiciones más habituales: 

Si estás en pareja, no debes salir con tus amigos.

Si estás en pareja, no debes vestir de forma provocativa.

Si estás en pareja, no debes tener amigos del sexo opuesto.

Si estás en pareja…

Seguramente, en más de una ocasión, habréis presenciado el conocido y misterioso Fenómeno del Colega Desaparecido. El Colega Desaparecido, que puede ser hombre o mujer indistintamente: esa persona con la que compartimos salidas, alguna afición o quedadas puntuales sin mayor problema hasta que se empareja y es como si le secuestrase la mafia. A partir de este hito, el amigo empieza a desaparecer progresivamente, casi por fascículos. Pasas de no verle en dos semanas a no verle en seis meses. Quizás el compañero o compañera del Colega Desaparecido sea una de esas personas con una lista de restricciones de lo que una pareja debe o no debe hacer. O puede que el propio Colega Desaparecido sea quien exija este tipo de restricciones. En cualquier caso, la verdad, al contrario que en Expediente X, está ahí dentro (y cualquiera se mete ahí…).

La inseguridad existe en la mayoría de las personas, en mayor o menor grado.No he conocido a nadie que ostente una seguridad aplastante e imbatible en todos los ámbitos de su vida y mucho menos aún, en todas las circunstancias. No obstante, existen las personas que son inseguras, así, en general; y las personas a las que determinadas situaciones y relaciones, sacan a relucir a personaje de Woody Allen que todos llevamos dentro.

La respuesta inmediata a una inseguridad, es un intento de control. Si esa necesidad de control no encuentra ningún límite, ni interno, ni externo, se convierte en un proceso de anulación de la otra persona.

La inseguridad está muy relacionada con la inmadurez, que normalmente apareja baja autoestima y por supuesto, nuestra vieja amiga la dependencia emocional.

La diferencia entre una pareja madura y una pareja que no lo es, es que la pareja madura funciona en base a acuerdos y negociaciones; y la pareja inmadura, funciona en base a permisos y prohibiciones. Seguramente las personas que hayáis tenido varias relaciones serias a lo largo de los años, os recordaréis mucho más intolerantes en vuestras primeras parejas que con las últimas. Es como si al iniciar nuestra andadura en el camino del amor, tuviésemos incorporadas esas condiciones no escritas de las que hablábamos arriba. Unas condiciones rígidas, contenidas en una lista tan intocable como las tablas de la ley y en la que no se tiene en consideración a la otra persona, ni sus deseos, su forma de ser o sus limitaciones. Esta lista nace de lo que hemos aprendido en nuestra familia, de nuestras propias necesidades y carencias y de lo que nos han dicho que se supone que debe ser una relación.

¿Qué pasa conmigo cuando soy inseguro, cuando tengo miedo al abandono? ¿Cuando no creo poder valerme por sí mismo? Si yo dependo de mi pareja para ser feliz, querré que mi pareja dependa, a su vez, de mí, para obtener la seguridad que solo, no puedo conseguir. Si mi pareja disfruta de estar con otras personas, de sus aficiones o quiere mucho a su familia, me siento abandonado, amenazado. Pero como no es políticamente correcto pedirle a alguien que rompa con sus familiares, amigos o aficiones, me autoconvenceré de que si estás en pareja, debes dedicar todo tu tiempo y atención a la otra persona y amparado en esta condición de mi lista sagrada, intentaré separarle de todo ello usando la critica, el chantaje emocional, o los silencios y distancias castigadores.

Puede que hasta diga cosas como cuando yo estoy en pareja, me centro en esa persona, no necesito quedar con amigos o  hacer cosas sin mi pareja.

Reforzando que yo estoy en lo correcto y mi pareja se equivoca. Por tanto, tengo que irle encarrilando poco a poco hacia el camino adecuado, que es el mío hasta que entre en razón y se comporte tal y como es su deber.

A este razonamiento, suele acompañara la errónea idea de que si tu pareja me quiere, tiene que hacer todo lo que yo le pida. Este es un razonamiento de persona insegura (y que ha visto demasiadas películas de género)

Una pareja no cubre todas las facetas vitales. Hay un espacio para la familia, otro espacio para la vida social, otro para las actividades que nos interesan y nos hacen interesantes, otro para el trabajo y los estudios, otro más para las metas personales…Si abandonas todo esto porque estás enamorado de alguien, pronto irás perdiéndote, desapareciendo, viviendo como secundario en una vida en la que es más importante otra persona y donde tú no eres más que un centro neurálgico de obsesiones, miedos y una necesidad insaciable de ser querido. Un proceso en el que la relación que tan feliz te hacia al principio, se convertirá en tu cárcel.

Yo, que he sido dependiente hasta la médula, que desaparecía casi por completo en esa droga ambivalente que es el enamoramiento, pienso ahora que ojalá hubiera viajado más, hecho más deporte, disfrutado de mis amigos o simplemente vivido más la vida, en lugar de estar tan pendiente de mis parejas e invirtiendo tal cantidad de tiempo y energía en buscar maneras de cambiarles o controlarles. Pero si estas palabras sirven, al menos, para invocar la reflexión y dar una perspectiva que pueda ayudaros a tener relaciones menos sufridas y más plenas, fueron renuncias bien empleadas. Sólo deciros que no os abandonéis a vosotros mismos en vuestras relaciones, que sigáis haciendo aquello que os gusta y que os hace ser tan especialmente vosotros.  Que hace que os queráis más.

Sólo así, vuestras relaciones florecerán en acuerdos y negociaciones y no se marchitarán entre prohibiciones y permisos.

No existe la libertad, sino la búsqueda de la libertad, y esa búsqueda es la que nos hace libres 

Carlos Fuentes