Se atraen al instante. Uno es alegre, infantil y soñador; el otro, responsable, cuidador, entregado. Ambos parecen tener algo que el otro desea…pero sólo en apariencia. ¿Por qué son tan conflictivas estas relaciones? 

Peter Pan y Wendy son uno de esos tipos de pareja que a pesar de conectar de forma automática e intensa, no consiguen prosperar satisfactoriamente, por lo general, a causa de las reticencias de Peter Pan a comprometerse. A ambos, en un principio, les une el deseo de jugar. Peter Pan siempre quiere jugar. Wendy quizás esté pasando una mala racha, o acabe de salir de una larga relación y encuentra a alguien que le invita a unirse a una Gran Aventura Romántica. ¡Qué divertido! Ríen, hacen el amor, fantasean con bodas e hijos, descubren mil similitudes y coincidencias casi mágicas…

Pero pronto, en lo mejor del idilio, empiezan los problemas: Peter Pan se abruma, se agobia, quiere huir, se muestra inestable, o empieza a pedir todo tipo de favores, ayudas y prebendas, o simplemente permanece estancado y no avanza ni un milímetro a otras etapas de la relación.

En ese momento, Wendy sospecha que debería cortar con esto. Pero no lo hace. Todavía no está dispuesta a abandonar Nunca Jamás. Quiere seguir jugando. Si hace falta pagar algunas cosas, esperar indefinidamente o aguantar ciertos desaires, lo hará. Pero mientras tanto, empieza a frustrarse. Cuanto más anhela de la relación, menos obtiene. Cuando más esfuerzo y sufrimiento invierte, menos se le retribuye.

Wendy empieza a fermentar en su interior una cólera callada, como resultado de sentir que se abusa de su buena fe. Pero no la manifiesta del todo por miedo a espantar al juguetón Peter Pan. A veces intenta controlarle, criticando sus actividades, gustos, diversiones, amigos o trabajo o intenta generarle dependencia a través de su ayuda o apoyo, pero siempre de buena fe y creyendo que todo ello es por bien de él. Pasa el tiempo y cada vez desaparece más en la relación: el centro de todo es el otro, lo que hace, lo que dice, lo que quiere, lo que siente. 

Mientras tanto, Peter Pan ya no se divierte mucho con Wendy. El hada revoltosa que le secundaba en sus juegos, ahora es una madre regañona que quiere atraparle y no permitir que regrese a su tiempo sin tiempo, feliz y sin preocupaciones. Wendy no comprende que Peter Pan quiere seguir jugando y sólo necesita que ella le recoja algunas veces, cuando pierde su sombra y se siente triste o vacío, falto de cariño o sin rumbo en la vida. Que le diga lo guapo que está, lo mucho que lo quiere y que le abrace por la noche para huir de las pesadillas.

Peter Pan quisiera decirle a Wendy su verdad. Que le gusta jugar a ser novios, pero sólo de vez en cuando. Que disfruta cuando ríen, hacen el amor y hablan de bodas e hijos, pero que ¡ese fue el juego del lunes! ¡el martes somos piratas y el miércoles, asaltadores de caminos! Y si el jueves se cruza un capitán malvado, una princesa india o una sirena, quizás tenga que marcharse un tiempo a nuevas aventuras.

Pero sabe que si le dice a Wendy todo esto, ella querrá irse. Ya no le abrirá la ventana de su dormitorio cuando él vaya en busca de su sombra perdida. Eso le asusta a Peter Pan y le hace sentirse muy solo. 

Sabe que sus actitudes cambiantes y sus idas y venidas, hacen sufrir a Wendy. Lamenta mucho que Wendy sufra, pero él…no lo hace a propósito. Él siempre tiene una razón a mano para justificarse: un trauma, un gran problema laboral o familiar, un victimismo…Peter Pan es el rey y la reina del amplio país de las Excusas.

Así pues, siempre le dice cosas bonitas a Wendy, que son un poco mentira y un poco verdad. Le dice Wendy, eres la persona más maravillosa que he conocido; Si pudiera quedarme con alguien, sería contigo; Tienes todo lo que busco en una pareja, pero me falta sentir esa chispa… y su favorita NO SÉ LO QUE QUIERO.

Esto último es cierto. Peter Pan, efectivamente no sabe lo que quiere. Sabe que teme la soledad. Sabe que teme no tener una Wendy que le recoja. Sabe que necesita cambios, emociones fuertes, que pasen cosas nuevas constantemente. Y sabe…que no sabe. Hasta aquí, el compendio de las certezas de Peter Pan.

Ante la indecisión y las incertidumbres, Wendy se desespera, se cuestiona todo, intenta alejarse, regresa. 

No se resigna a abandonar la aventura, pero ya no es feliz en ella.

Deja de poner límites o nunca los ha puesto. Olvida sus necesidades y cuidarse a sí misma. Su salud empieza a deteriorarse. Se levanta con ansiedad y se acuesta con ansiedad. Se obsesiona con el teléfono. Vive esperando que Peter Pan vuelva a tocar a su ventana. El resto del tiempo, no vive, se limita a sufrir. 

¿Qué hay detrás de Peter Pan? Niños sobreprotegidos y mimados, atrapados en el limbo de una infancia blanda y sin límites, encantadores y desvalidos, dependientes hasta la médula, ya sea emocional o económicamente. Detrás de Peter Pan, es común encontrar una relación posesiva y patológica con uno de los dos progenitores, por lo general, la madre (o alguien con un rol maternal, sea hombre o mujer). Se pasan la vida reproduciendo o intentando reproducir el vínculo con sus progenitores, a la vez que intentan liberarse de él. Conectan más con parejas parecidas a esos padres.

También encontramos Peter Panes que fueron todo lo contrario: niños abandonados, desqueridos, desatendidos, que intentan compensar carencias viviendo una infancia interminable en la que  todo ha de estar formulado para satisfacer sus necesidades y espantar los fantasmas del pasado. Ellos buscan en sus parejas a los progenitores ausentes, pero como temen el abandono, ponen distancias de seguridad y evaden los compromisos. Tienen una imagen idealizada de la pareja, que en su cabeza reúne las características con las que soñaba en su abandono infantil. Conectan con personas que parecen tener esas características.

¿Qué hay detrás de Wendy? Lo que hay detrás de Wendy, es un Peter Pan que nunca se ha permitido jugar. Una persona llena de reglas, prejuicios y límites sobre lo que debe ser y no debe ser, alguien que cree tener las cosas muy claras mientras el subconsciente le traiciona. Alguien que anhela aventura, pero teme perder la seguridad. Alguien que ve en Peter Pan su propio deseo de transgresión y libertad. Pero mientras Peter padece la falta de compromiso, Wendy adolece del mal de la excesiva responsabilidad. 

Sí, Wendy y Peter Pan son la pareja desencajada. Tan similares y sin embargo, tan lejanos como la luna del sol, parecen condenados al desentendimiento. Sólo tienen dos caminos para perdurar sin sufrir: o bien, Wendy acepta la naturaleza de Peter Pan y asume convertirse en temporal refugio, mientras pone el peso de su vida en otras cuestiones; o bien ambos deciden crecer y dejar atrás su roles, Wendy renuncia a controlar y educar a Peter Pan y Peter Pan asume compromisos.

Un apunte: Peter Pan no es necesariamente, una persona a la que le guste salir de fiesta, jugar videojuegos o tenga un carácter divertido, despreocupado o bromista. Se habla de síndrome de Peter Pan cuando encontramos una persona adulta que muestra una personalidad infantil (intolerancia al dolor, a la frustración, incapacidad de afrontar retos o esfuerzos, búsqueda del placer sin atenerse a consecuencias…) y que no puede asumir, pese a que lo desee, compromisos personales.

A su vez, Wendy no es tampoco una persona seria, aburrida, que se pase la vida trabajando y regañando. Se habla de síndrome de Wendy cuando encontramos a una persona adulta que se hace cargo de Peter Pan y ejercer un papel excesivamente maternal con él, rescatándole de sus problemas y sobreprotegiéndole constantemente.

El trabajo personal de Peter Pan es el de perder el miedo a crecer, encontrar placer en los logros e identificar a las otras personas como iguales, no como figuras protectoras que ofrecen recursos materiales o afectivos. Peter Pan ha de aprender a conectar con la razón y cultivar la sencillez y la templanza.

El trabajo personal de Wendy es el de conectar con el amor a sí mismo, dándose permiso para vivir, ser libre, reír y desprenderse de la necesidad de controlar su entorno para sentirse segura. Wendy ha de aprender a conectar con el corazón y cultivar el cumplimiento de sus derechos y necesidades.

Nos escabullimos como los seres más crueles del mundo, que es lo que son los niños, aunque muy atractivos, y pasamos un rato totalmente egoísta y cuando necesitamos atenciones especiales regresamos noblemente a buscarlas, seguros de que nos abrazarán en lugar de pegarnos («Peter Pan» J.M.Barrie)