Te dejan porque ya no sienten mariposas en el estómago y a ti se te queda cara de ecce homo. Pero ¿de verdad son tan importantes? 

Querido Juan Luis,

Aunque te quiero y siempre te querré, hace mucho tiempo que ya no siento lo mismo.

Noto que contigo me falta la chispa, la ilusión, que ya hace tiempo que no siento mariposas en el estómago. 

Estos 20 años juntos han sido estupendos y hemos criado a tres hijos maravillosos. Espero seas muy feliz, yo también merezco serlo.

Con cariño,

Araceli

Imaginaos al pobre Juan Luis que no sabe qué le ha pasmado más: si que le dejen por falta de mariposas en el estómago o que todavía esperasen tenerlas después de 20 años y tres hijos.

Las mariposas en el estómago, también conocidas como la chispa, la llama, el meneíto o el waka waka, son un argumento común a la hora de romper una relación y para sorpresa de muchos y muchas, no sólo se usa en el contexto de relaciones juveniles y tan pasionales como fugaces: se da y muy a menudo, en adultos hechos y derechos y en relaciones con más solera que Varón Dandy.

Cuando tu pareja te llega con lo de las mariposas, puede que te afanes en explicarle pacientemente que no existe ninguna relación en la que los dichosos lepidópteros duren para siempre. Que al final el amor se asienta, madura, reposa y si me apuras, a veces hasta se diseca y se pone de adorno en la salita de estar (concretamente frente a la tele). Estas explicaciones no harán la menor mella en tu pareja o más bien, tu ex pareja en proceso. A menos que acabe de descender del planeta Raticulín, esa misma teoría que le estás explicando ya se la sabe. De hecho intentar disfrazar su declive amoroso con esas sensatas teorías es lo que seguramente ha hecho que la ruptura haya sido estos días y no hace dos años o cuatro meses. Pero vamos a desentrañar qué son las mariposas. 

Las mariposas en verdad, existen: y además tienen una explicación científica, que está fenomenal y nos ayuda a entender porqué tenemos las mismas sensaciones cuando tenemos un examen importante, sufrimos un apretón o recibimos un whatsapp de alguien que nos encanta. 

Las mariposas nacen en un lugar muy poco elegante: nuestros intestinos. No, no están en el estómago. Sí, están donde la caca. Son mariposas cagonas. Qué le vamos a hacer.

En el intestino, se encuentra lo que se ha denominado «el segundo cerebro»:  el sistema nervioso entérico, constituido por más de 100 millones de neuronas.

En este llamado «segundo cerebro», encontramos, por ejemplo, el 90% de nuestra producción de serotonina. Que, entre otras funciones, se encarga de regular el deseo sexual. 

Así pues, las mariposas en el estómago, son mensajes que este sistema nervioso envía a nuestro cerebro en presencia de ciertos estímulos.

Todo esto nos lo indica la ciencia y nos parece que dejar una relación por falta de apretones intestinales, es un poco fuerte. Pero, claro, entonces leemos cosas como ésta de Bécquer…

Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada,
oigo flotando en olas de armonías
rumor de besos y batir de alas,
mis párpados se cierran… ¿Qué sucede?
—¡Es el amor que pasa!

…y claro. Se entiende mejor. 

Hay personas que me preguntan si es lícito dejar a alguien a quien quieres y con quien has compartido una relación fructífera por una mera carencia de mariposas en el estómago. Todo motivo es lícito, si para quien lo expone, es suficiente. Pero en ocasiones, lo que falta en ese discurso, es la elocuencia de un poeta o la practicidad de un científico.

Porque es jodido vivir sin serotonina: pero más jodido aún, es claudicar y ya no sentir nunca más rumor de besos, ni batir de alas, o átomos que palpitan. Quizás nada de esto ayude a tomárselo mejor, pero sería el prólogo más adecuado para la verdadera explicación.

Ya que cuando dicen «te dejo porque ya no siento mariposas en el estómago», querrían expresar: «Mira, el motivo por el que te dejo es porque estoy harto/a de no sentir nada. De dejar pasar los días en esta rutina adormecedora en la que me cuesta sentir ilusión por cualquier cosa. Estoy cansado/a de verte entrar y no sentir el menor pálpito ante tu presencia. De mirarte, remirarte y no poder admirarte. De levantarme por las mañana y pensar otro día más. De ejecutar los mismos rituales, escuchar los mismos chascarrillos que ya perdieron la gracia, irritarme por enésima vez ante las mismas manías. En realidad, no te dejo porque no sienta mariposas en el estómago. Te dejo porque tampoco siento ninguna de esas otras cosas que hace que las mariposas, no tengan importancia»