Una pareja llega a un restaurante. Ambos se sientan, intercambian unas pocas palabras y enseguida ella se marcha a los servicios. Él saca el teléfono móvil. Ella regresa y coge el suyo. Los dos se enfrascan, teclean, sonríen secretamente como si participaran de otra vida secreta infinitamente más estimulante. El resto de la cena transcurre en casi total silencio.
Hemos sido esos comensales.
Hemos sido la pareja que se sentaba al lado de estos comensales y pensaba: «Oh, Dios, menos mal que a nosotros nunca nos pasará esto».
Esa pareja en algún momento también fue la que se sentó al lado de otra pareja aburrida y pensó lo mismo.
Al principio de una relación, es fácil que las conversaciones fluyan. Somos nuevos el uno para el otro, sentimos un intenso y apasionado interés por nuestra pareja, queremos saber si le gusta el queso, su signo zodiacal, qué le interesa, qué le desagrada, qué piensa sobre el amor, la vida y los cobradores del frac. El camino del desinterés intelectual corre paralelo en muchos casos al desinterés sexual. Es para pensarlo.
Llega un momento en que este estado de sobreestimulación de los inicios va desapareciendo. Las hormonas vuelven a su sitio y la otra persona se vuelve conocida y en muchos casos, previsible. La conversación deja de ser tan fluida y salvo que existan un constante alimento mutuo que posibilite que el estímulo e interés sigan vivos, nos encontramos ante la debacle.
Nos hemos convertido en la pareja de la mesa de al lado.
¿Cuáles son los síntomas de que estamos empezando a aburrirnos un huevo y parte del otro con nuestro compañero del alma?
¿Necesitas un listado de síntomas?
No. El aburrimiento se ve, se vive, se palpa perfectamente.
Al principio, nos culpamos a nosotros de aburrirnos.
Es un buen principio.
Buscamos ocupaciones, entretenimientos, llamamos a amigos, nos apuntamos a cursos…
Entretenernos es nuestra responsabilidad, no la de nuestra pareja.
Las novedades y cambios nos vuelven a reencontrar con estímulos. A veces, el problema deja de existir en este punto.
Pero…
¿Y si no es así? ¿Y si cuando venimos cargados de emoción por todas nuestras novedades nos encontramos con un muro de incomprensión, de rechazo o de desentendimiento?
Ok, pasemos al siguiente paso. Está muy bien sabernos entretener por nuestra cuenta, pero vamos a probar a divertirnos con nuestra pareja.
Tratamos de incorporarlo a nuestras nuevas actividades. A veces viene, de mala gana, otras veces se niega, las más, participa pero no encuentra su sitio.
Buscamos escapadas románticas, spas, bodegas, viajes exprés, cenas para dos y empezamos a sospechar que esos packs regalos para parejas están expresamente diseñados para rentabilizar el aburrimiento parejil.
Las escapadas y los viajes a veces funcionan, a veces el problema es que repites la escena de la mesa del restaurante pero en Burgos, Toledo, París o Zaragoza, en lugar de en tu ciudad.
Que aburrirte en tu pueblo, aún tiene un pase, pero cuando ya te aburres en cualquier otro sitio y desearías hablar con cualquiera de los viandantes antes que con tu pareja, puedes declarar con todas las mayúsculas posibles que ESTO ES UN MUERMO.
Si los nuevos planes no introducen nuevas variables y el aburrimiento continúa, nos encontramos ante inquietantes disyuntivas.
- Mi pareja me aporta muchas cosas buenas, lo de aburrirse no es tan importante.
- Me mantendré ocupado/a en mil actividades para estar en casa el menos tiempo posible.
- Lo dejo o me suicido.
- Vamos a tener un hijo.
Es el momento idóneo para retrotraerse al inicio de la relación y tratar de recordar de qué os gustaba hablar entonces.
En este ejercicio, algunas personas se dan cuenta de que ya entonces no había puntos, intereses e inquietudes comunes. Uno era deportista, el otro, culo de sofá; uno era intelectual, el otro, un hombre o mujer de acción; a uno le encantaba salir y viajar, el otro se estresa nada más salir de su casa. Se soslayaron todas estas diferencias en aras del #amorlopuedetodo y #yacambiará. Como querer y quererse es tan bonito y mola tanto, pues no damos tanta importancia a las diferencias. Además, en todos esos adorables mecanismos del enamoramiento, existe uno, en especial traicionerillo, que hace que nos fijemos en las cosas en que nos parecemos, aunque sean auténticas chorradas.
Por lo general y salvo honrosas excepciones, las personalidades diametralmente opuestas no funcionan como pareja. El problema es cuando ya nos encontramos comprometidos hasta las cejas y decir que te dejo porque me aburro ya no es políticamente correcto.
No obstante, a veces resulta que sí hay conexión mental, personal y espiritual y en esos casos, recordar nuestros bellos inicios, nos devuelve a la memoria la posibilidad de poder re-conectar con la persona que tenemos al lado. En estos casos, merece la pena convocar un poco de espíritu reformista y recuperar viejos intereses comunes, o sembrar otros nuevos, todo ello pudiendo dar buenos resultados. Muchas veces el aburrimiento en pareja no es más que desconexión (el trabajo, la crianza, las preocupaciones externas) y la situación es rescatable con un poco de empeño por ambas partes.
No condenamos el aburrimiento en pareja. Hay parejas tan aburridas que volverían a dormir a la Bella Durmiente, pero se encuentran perfectamente conformes en su situación y no valoran especialmente la diversión con su compañero/a. Estas parejas suelen ser apegadas a sus rutinas y costumbres, tener poca necesidad de exploración o cambios y sentir recelo hacia la novedad. El aburrimiento no es un problema salvo que, como ocurre en todas las demás parejas, te esté matando en vida. Si estar con tu pareja te provoca hastío, baja energía, sentimientos de vacío y depresión, falta absoluta de cualquier tipo de estímulo y el más insufrible de los tedios, es el momento de plantearte o entrar en acción, o abandonar la acción. Pero, no te abandones, no te conformes con una vida zombie el aras de una seguridad imaginaria, porque son años de tu vida que irán pasando y no regresarán.
El aburrimiento conyugal es inevitable a lo largo de una vida, pero nunca debe convertirse en la tónica habitual de ninguna relación en la que ambos miembros necesiten otras cosas. En el momento en que te vayas de cena romántica y prefieras mirar tu whatsapp a hablar con tu pareja, es hora de pensar si te dejas llevar por esa inercia hasta morir lentamente en tu relación (y matarla, de paso), o te espabilas, dejas las evasiones a un lado y luchas por ella. Las dos opciones son lícitas. Pero escoge siempre aquella de la que menos te arrepientas, independientemente del resultado.
Larga vida al amor.
Muerte al aburrimiento.
El aburrimiento es lo que queda de los pensamientos cuando las pasiones son eliminadas de ellos (Alain)
Vaya!!,aunque va en contra de mis principios e ilusiones,porque os pasa eso,no entiendo el que de cansarse uno del otro!! Ojalá existiera un remedio para poder evitar estas situaciones.
Quizás…es un pensamiento mio ehhh!!,quizás las relaciones tendrían que ser como un contrato de trabajo,… si ya te cansaste de mi …. busquemos otro trabajo,aixxx,,,es una pena!!!,ánimos!!,y amor hasta el fin!!!
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¡Excelente artículo!
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Hola Cris!! Muy interesante el enfoque y además, escrito con esa magia sarcástica que provocan tus artículos. No tiene fin tu imaginación y profundidad, como no tiene fin ningún corazón humano. ¿Pensaste alguna vez en la intención de encontrar lo inabarcable del ser de la persona que se comparte la vida? Es otra opción, si se juega a lo mismo. Si no ocurre esto aunque nos empeñemos, quizás mejor descubrir tu ser solo o sola o volver a repetir el mismo proceso de coincidencias simpáticas y diferencias amables con alguien nuevo, al final es lo mismo. Lo que tengo claro, ya sea por aprendizaje o por química, sea etérea o algo duradera, es más sano estar con personas que jueguen al mismo juego. Un abrazo gigante!. 😉👍
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Me gusta la frase que dices de «el desinterés intelectual va parejo al desinterés sexual» porque también funciona al revés. La química intelectual a veces desemboca en química sexual y emocional.
Lo mismo pasa con el ejemplo del móvil. Cuando nos aburrimos, se convierte en nuestro entretenimiento. Sin embrago, cuando estamos conociendo a alguien, se obra el milagro de guardarlo en el bolso y no mirarlo durante horas 😀
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Esta genial este articulo que define de manera clara las secuencias de una parejaa lo largo de una relacion. El telefono movil habla y mucho de la persona que lo usa y como lo usa. Da mas informacion que la que se transmite a traves de las ondas. Me parece genial eso de hay que elegir y preferible aquello de lo que nunca te vas a arrepentir. Hay mucha sabiduría en esa frase querida Cris y una excelente recomendación.
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¡¡Genial!! y justo en el momento. Cuando te das cuenta luego de + de 20 años que eran totalmente diferentes y los intereses y proyectos en común ya crecieron (hijos) y que como ya tienes 50 ya no quieres postergarte más, comienzas a pensar en tí y aunque lo quieras mucho ya no te apetece sacrificar tus escasas horas de libertad y te das cuenta de que lo pasas realmente genial aunque él no esté.
Cuando él quiere que lo acompañes a sus actividades pero le dan alergia las tuyas (a veces literalmente xq a mi me gusta el aire libre) o se la pasa mirando el celular mientras caminan…en fin. Es muy difícil. Yo empecé a ya no simular mis gustos y disgustos, mis planes así a él le parezcan disparatados y hasta haya amenazado con divorciarse (a veces) y para ser sincera a mi tampoco me gustan los suyos (ansias de ganar reconocimiento vs mis ganas de ser anónima).
Agua y aceite parecemos..yo amo la naturaleza, animales, el silencio y el solcito rico que entra por las ventanas cuando me despierto y él la ciudad, los shows, música fuerte, conferencias y debates donde haya mucha gente.
Cariño hay y mucho, lo que ya se acaban son los proyectos en común (sólo nos queda pagar la universidad de los chicos), no hay afinidad de gustos ni actividades más allá de una salida al cine o una comida en familia…¿qué pasará en el futuro?…ni idea …
Del sexo, bue…a veces conectamos, a veces no, falta tiempo, él llega y se duerme temprano, yo soy de dar vueltas conversando con mis hijos antes de dormir y por eso me acuesto tarde. El le da mucha importancia a la parte física y yo más a cómo conectamos emocionalmente (si no ha habido ni siquiera una conversación, un abrazo, una caricia fuera de la habitación, me es muy difícil «entrar en calor»). El cree que sólo xq me toca en la cama con obvias intenciones, yo voy a estar más que dispuesta..ja!, y claro se pone reclamón.
No sé si él lo percibe, porque mientras lo deje traer a sus amigos a casa todos los fines de semana, él no me hace problema si me desaparezco horas en paseos con mis perros. Yo en cambio le doy mil y una vueltas últimamente y me cuestiono si, aún queriéndolo, no es mejor sincerar y que cada uno tome su camino. Y sobre todo en su caso, busque a alguien que disfrute de lo que le gusta.
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No sería más honesto, responsable y maduro decir: mi pareja y yo nos aburrimos cuándo estamos juntos??? En lugar del colocarle la responsabilidad a la otra persona de que me amenice la velada.
Decía Antonio Gala, que «toda musica cesa» y Mercedes Sosa cantaba, aquello de «Todo cambia».
Testimonios más que suficientes de que en la vida, en una relación también todo cambia, no necesariamente a peor, pero si a una evolución. Los «polvos antológicos» de los primeros tiempos, se acaban y dan lugar a una intimidad tan moderada como saludable. Las mariposas en el estomagos también se mueren. Y es entonces, cuándo no hay fuegos artificiales ni estrellitas fugaces en nuestra cabeza, cuando empezamos a ver al otro tal como es. Y si sentimos amor, empezamos a aceptarlo tal cual es, nadie salvo nuestras hormonas, nuestras carencias y nuestros sueños nos han engañado. Y es justo en esta encrucijada de una relación, dónde de haberlo, se empieza a fraguar el verdadero amor, No hay, ni existe el compañero perfecto, ni la relación perfecta. Solo existen seres humanos, que a partir de lo que quieren y sienten aprenden a vivir el uno con el otro, conociendo las imperfecciones del otro, y a pesar de ello, DECIDIMOS QUEDARNOS, porque esta relación, ME APORTA, más cosas buenas que malas, o dicho de otra forma, lo que falla, no me preocupa, me siento lo bastante reconfortado, como para preferir quedarme aqui, en lugar de recuperar mi libertad o seguir buscando, «YA TENGO LO QUE QUIERO» con esta persona.
Por eso, más allá de sentir que mi pareja me aburre, lo que habría que plantearse, sería: ¿Cual es el sustrato sobre el que se mantiene la relación que tengo? Me compensa esta relación o me empobrece?, dentro de las expectativas que se puede esperar de una pareja. Y entre otras cosas llegaremos a la conclusión de que «el otro» no está ahi para amenizarme la velada, está en mi vida por cosas mucho más valiosas, y si no hay nada a valorar en esa relación cada uno deberá de hacer su balance porque está o porque se queda donde está. La zona de confort mucha veces se convierte en zona de «destrucción». Y como tantas veces decimos, nadie tiene el poder de hacerme sentirme feliz, tampoco nadie tiene el poder de aburrirme, porque estoy con quien estoy, desde mi libertad, desde mi elección, y por tanto, nadie es responsable de como yo me sienta…
La calidad de un encuentro, está directamente vinculada a la actitud, y predisposición de las dos partes, nadie está obligado a hacer sentirse bien a nadie, sino a aportar su parte, para que el tiempo juntos, sea un tiempo bien aprovechado.
Gracias Cristi por esta nueva entrada, feliz otoño, bss guapetona
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Espectacular !!!
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