¿Estás enganchado/a de una persona que no se implica? No des «duros por pesetas». 

Podéis ver que esta expresión popular me delata como viejuna 😀

No sé si existe algo así como dar euros por céntimos, pero sería la traducción más aproximada de lo que sucede cuando nos morimos de amor por alguien que nos hace casito pero el justo, o dicho de otra manera, por alguien que nos quiere a ratos , a trozos y a conveniencias, no en nuestro hermoso y fascinante conjunto.

Hace poco me escribe una chica con una inquietud amorosa. La llamaremos Diana, porque es nombre de diosa cazadora y mi chica no es consciente de la diosa que lleva dentro, pero sin duda, está intentando cazar algo. Diana lleva unos meses saliendo con alguien, que a su vez acaba de dejar una relación de muchos años. La otra persona ha sido sincera: no quiere nada serio. Quedan, sí. Tienen citas, sí. Van al cine, salen de compras, sofamantean algún que otro domingo, tienen sexo.

Pero nada serio, oigan.

Como era de esperar, Diana se engancha rápidamente: nada como te digan que no quieren nada serio para activar todos esos mecanismos neuróticos relativos a los retos y las recompensas que tanto nos animan. En consecuencia, Diana está haciendo todo eso que os voy a desaconsejar en las siguientes líneas. Atención spoiler.

Diana está dando euros por céntimos. Es decir, está entregada como sólo una pareja devota, amante y loca de amor hasta el tuétano puede entregarse. Si su follanosequé está disponible, Diana cancela todos sus planes para correr a su encuentro, esté dónde esté y le venga bien, mal o regular o fatal del todo. Falta a citas importantes, falla en el médico, da plantón a alguna amistad, comete descuidos en el trabajo, baja el rendimiento en todos los otros ámbitos de su vida. Toda su intensidad está centrada en conseguir acceder a su no compromiso-man.

Diana se pasa día y parte de la noche pendiente de su móvil, esperando un mensaje cualquiera. Un hola, qué tal, basta para disparar su felicidad al máximo. Dos días o tres de silencio, la hunden en el más absoluto abismo, en el que no sólo se siente totalmente abandonada y ninguneada, sino que además se autofustiga por todo aquello en lo que cree fallar para no ser adecuadamente amada. 

Pero no creáis que Diana fue así desde el comienzo de su historia. Si la hubierais conocido antes, os extrañarías de ver cómo ha evolucionado de muchacha sana, maja y lista, hasta convertirse en ese guiñapo lleno de ansiedad que vive para un mensaje de Whatsapp.

Me gustaría deciros que no aceptéis relaciones en las que desde un inicio se os ofrece algo que no queréis. Pero mi experiencia me indica, muy listilla ella, que el problema real es que muchas veces no sabemos lo que queremos. Y cuando no sabemos lo que queremos, caemos muy fácilmente en este tipo de relaciones que nos enseñan, mediante el sufrimiento, qué es, como mínimo, lo que no queremos.

Diana sufre y seguirá sufriendo hasta que descubra, como muchos otros, que no desea una relación a medias. Que quiere ser amante y amada, no follanosequé. Porque si le gustase ser follanosequé, que es algo muy respetable, Diana no lo estaría pasando mal. Lo estaría pasando fenomenal y entre tanto se dedicaría a sus labores y menesteres la mar de contenta, sin que el pensamiento de la otra persona perturbase su día a día y sin tener que invertir ingentes cantidades de energía mental y esfuerzos en mantener los cuatro momentos gratificantes de una historia llena de carencias.

Pongamos entonces que ya os habéis metido en una historia de este tipo, porque no sabíais lo que queríais y porque en ese momento creísteis que un rollo informal os preservaría de sufrimiento. Que no querer nada serio era como un mantra mágico que mantendría vuestros sentimientos bien resguardados de los escollos y arrecifes de ese amor que vivifica, pero a veces, duele.  Ya no pensáis eso. Ahora pensáis cómo hacer para que esa persona os ame o bien, qué hacer para desengancharos de ella. Para que esa persona os ame, no hay ninguna estrategia eficaz. Lo grandioso del amor es que sus porqués y para qués en gran medida siguen siendo un bello misterio. Pero no os preocupéis. Si estáis en ese estado ansioso sufridor, vosotros tampoco estáis amando. Estáis enganchados de un circuito de ausencia y recompensa que funciona en vuestras cabecitas igual que una droga.

Si queréis seguir y que sea lo que Eros quiera…

No entreguéis todo vuestro tiempo ni la disposición de vuestro corazón. Bueno, si sois maravillosos seres de luz que viven para amar bien sin discriminar a quién, no os digo nada. Disfrutad.

Si sois gente de a pie y ya estáis pasándolo fatal, empezar a replegar las tropas. No tiene sentido comportarse como novios de alguien que no se considera tu novio. Es como ir a trabajar todos los días a una oficina sin contrato y sin sueldo esperando que algún día se apiaden de ti y te contraten. No seas un becario del amor.

Acepta la realidad de no ser amado. Esto no es sencillo, porque nos enfrenta al sentimiento de abandono, de desconexión. Parece irónico: aceptamos una relación para desconectar y acabamos descubriendo  que a fin de cuentas, lo único que nos pedía el corazón era conectarnos.

Importante, como siempre. Conserva tu mundo. Aunque te cueste. Aunque estés haciendo cualquier otra cosa y no la puedas disfrutar porque tu cabeza está en un bucle de angustia constante intentando encajar tus deseos en el molde de una realidad imposible. Alégrate. Si ese amor es incompatible con amar tu vida, entonces tienes una nueva evidencia de que no estás amando.

Sigue en la búsqueda de tu verdad. No sé hasta qué punto es posible llegar a ser personas totalmente felices, cuando la vida en sí misma se compone de luces y sombras, de pérdidas y ganancias, de tristezas tan válidas e importantes como alegrías. Pero sí sé, con total certeza, que es posible aprender a no sufrir innecesariamente. Y aunque creas que sufres porque esa persona no te ama, en realidad en esta situación tu sufrimiento tiene mucho más que ver con el hecho de que tú no te estás amando. No es que estés desconectado de tu exterior: estás desconectado de tu interior.

Te propongo, lector, un ejercicio. Haz una prueba. Respira profundamente durante un rato y busca mentalmente el lugar físico donde se localiza tu angustia, tu ansiedad. Concéntrate en ello hasta que sientas que puedes tocarlo. Sigue respirando. Sigue acercándote. Cuando encuentres ese lugar, visualízalo con la forma que desees. Háblale con cariño, con ira, con tristeza, con aquello que te nazca.

Y si quieres y te apetece compartirlo, cuéntanoslo por aquí y dinos qué has encontrado, cómo te has sentido. Luego os contaré qué me sucedió a mí las primeras veces que hice este ejercicio.

La medida de lo que somos y lo que valemos no tiene nada que ver con el hecho de fulanito o menganita se enamore de nosotros. Sin duda hay personas que nos amarían sin esfuerzo y hay otros que no llegarán a ese sentir aunque les bailemos la danza del vientre sobre un unicornio alado esparciendo una lluvia de billetes de 500 euros. El siguiente paso es definir hacia dónde queremos ir. Y trazar el camino (más corto, más largo) para llegar. Si el objetivo es dejar una relación que nos atormenta, tomemos el tiempo necesario para ir construyendo nuestra vida en un territorio externo a la relación y aprovechemos todos los recursos posibles -terapia, deporte, amigos, etc…- para ir haciéndonos fuertes y querernos un poquito más.

Pero mientras tanto, no deis duros por pesetas. 

Si usted no tiene la fuerza para imponer sus propios términos a la vida, usted debe aceptar los términos que ella le ofrece. (T.S.Eliot)