Querido diario:
Hoy ha amanecido un cielo encapotado bastante tristón. Es el día octavo del confinamiento y me ha sobrevenido un ataque de cuarentena blues. Me parece que en lugar de ocho, han pasado ochenta días y de repente, se me ha olvidado completamente si estábamos a jueves, martes o domingo. Pues resulta que es viernes.
Mirad, yo no acostumbro a salir de fiesta, pero ahora mismo daría lo que fuera por ir a algún sitio lleno de gente y tirarme una noche entera bailando. Aunque con ir a pegar una carrerita al parque también me conformo estupendamente.
Recuerdo las cosas y las personas que echo mucho de menos. Me frustro por lo que no puedo hacer. Me duele el corazón cuando mi hijo pregunta por sus amiguitos o me pide que le lleve al parque. Se me viene encima, como una losa, la idea del tiempo indeterminado que nos queda de vivir así. Eso es el cuarentena blues.
Pero no todo es entristecerse en esta vida de cuarentena. Desde la terraza hemos visto a Jessi y hemos tenido un breve air-chat. Jessi es madre de dos niños pequeños y trabaja limpiando portales, por lo cual es una de estas profesionales que estos días no pueden permitirse el lujo de quedarse en casa. Nos cuenta que está bien, sus niños bien. Qué tal nosotros. Contestamos que aburridos, pero que preferimos el aburrimiento al coronavirus. Le damos recuerdos para la familia. Me quedo pensando un rato en Jessi, que desempeña uno de los trabajos más necesarios y menos valorados del mundo, y os pido que mañana por la noche en vuestros aplausos os acordéis de ella y todas las personas que se tienen que ocupar de que todo siga limpio y desinfectado aunque sea en pleno apocalipsis.
No he salido al Mercadona porque no tenía nada relevante que comprar, pero mi padre nos cuenta que el chocolate ha regresado (no así el vino), así que supongo que la gente se ha arrepentido del atracón de hace unos días y ahora está haciendo penitencia en la sección de frescos. Desde mi ventana he visto dos Humvees del ejército aparcados al lado del parque. No sé si estaban vigilando al personal que no se sobrepasase con los paseos o en cambio andaban en otras labores, porque se han ido enseguida. He crecido entre militares y estoy más que hecha a ver uniformes, pero verlos en este contexto aún me impresiona.
El cuarentena blues ha durado un poco hasta la comida, porque la hora de la comida es como un ecuador que pasas y de repente, te das cuenta de que ya quedan menos horas para que se acabe el día y menos días para que se acabe el confinamiento. Y eso enseguida me anima. Y me recuerda que aunque me doy gustoso permiso para vivir mi cuarentena blues como lo necesite, no tiene sentido luchar contra lo que no puede ser (de momento).
La tarde ha estado realmente bien. He ido a la terraza con mis altavoces y me he puesto a torturar a mis vecinos con una bella selección de canciones napolitanas. Es día de cuarententa blues y el cuerpo me pide tarantella, qué le vamos a hacer.
No sé cuánto tiempo me he pasado ahí, aunque creo que ha sido bastante.
No se veía a nadie por ninguna terraza, y nadie más que nosotros pone música en el exterior. Soy la única DJ de este pequeño mundo silencioso.
Bailo, bailo bajo este cielo grisáceo que acentúa la sensación de que el tiempo ha perdido al tiempo. Y me doy cuenta de que esa confluencia exacta, imposible, donde se encuentran la alegría y la tristeza, está la verdadera felicidad.
Sigo con el Tao aprendiendo el concepto de wu-wei, hacer sin hacer, actuar sin forzar.
El mundo existe en el interior de usted, no en el exterior.
No mire a otra parte. Lo que está viendo ahora es la manifestación del Tao.
Lo que está viendo le va a enseñar qué es el Tao.
Si no hace nada, todo viene naturalmente.
No os olvidéis de Jessi, por favor. Sed melancólicos si os apetece. Sonreíd porque hoy termina un día más. Si queréis contarme vuestros cuarentena blues, os leeré con gusto.
Nos vemos en los balcones.
Continuará…
Cristina como me gusta todo lo que escribes! Sé que esta encerrona tiene algo de bueno aunque todavía no sé Bien que es,Yo tengo una hija enfermera que trabaja en Gregorio Marañón cada día salgo a bailar como una loca al balcón por ella y que todos los vecinos del bloque que somos cuatro bloques elijo yo las canciones hoy nos ha tocado Bailando ,de Alaska; Algo que dura solo unos minutos me da un subidón enorme,! Mi manera de llevar estos días porque vivo sola además del teletrabajo desmarcarme la rutinas hago hora y media de ejercicios todos los días y mando muchos mensajes bonitos;Hay que aprovechar esta posibilidad enorme que tenemos de dar cariño y afecto a todos nos viene muy bien! También me sirve para aclarar mis ideas , Para ver descansar ver series;Y cocinar de manera ligera y con todas las vitaminas posibles que es lo que hace falta ahora.Hay ventajas claro que si , mi cara nunca estuvo tan hidratada! Y siento muchísimo amor por cualquier cosa que hago .Te leeré cada día , me gusta .Gracias , tendrás mi aplauso tu también .
Me gustaMe gusta
¡Qué alegría me da cada vez que os leo una historia desde los otros ‘balcones’!
Yo creo que éste va a ser un tiempo que a pesar de todo, en algún momento recordaremos con cierta nostalgia.
Abrazos!
Me gustaMe gusta
Holaaa mí querida Cristina, así es ni mí madre pudo encerrarme tanto tiempo, cómo lograron hacerlo éstos chinos y a mi edad, y lo prohibido es tentación, yo baile cante, ahorita estoy en una comedia, hablo conmigo, voy en él nivel 2500 de cuky jam, será sacar una carrera online, la vaina está pará qué me manden mí diploma, así que paciencia piojo qué la noche es larga, cuídate haz todo mentalmente.
Me gustaMe gusta
Hola Cristi, decía mi padre, que fue huérfano de padre y madre y superviviente de postguerra, que LA NECESIDAD DESARROLLA LA INTELIGENCIA, creo que era su refrán favorito. También creo que esta cuarentena, de la que no se ha salvado ningún rincón del mundo, nos va a llevar, al menos a mi, y a otros tantos, a valorar nuestras vidas, nuestras rutinas.
Como incurable «loco de amor» mi vida siempre transcurre en una pequeña batalla, (con sus treguas correspondientes) por estar bien, estable, aprendiendo, aceptando, madurando, superando, intentanto rentabilizar mi vida y mi tiempo, y después de creerme que ya se bastante, me doy cuenta de lo IGNORANTE que soy. Vivo frente a la playa, te escribo y puedo ver el mar desde mi ventana, caminar por el paseo maritimo era y seguirá siendo, parte de mis rutinas, meditar en la orilla de la playa, contemplando una puesta de sol, o simplemente dejando pasar los pensamientos mirando las olas, era parte de mi agenda cotidiana. Coger mi mochila con unos frutos secos y echarme al monte, con amigos o en soledad, y pararme en algún punto a ver la vista que podía disfrutar, era otro de mis placeres. Todas estas cosas las disfrutaba pero no las VALORABA. Incluso una vecina me ha ofrecido a traerme comida, por trabajar en un hospital se me supone «grupo de riesgo», me estoy encontrando con gestos que nunca imaginé,
La lección que me queda grabada en el alma, es que sólo puedo valorar y agradecer, lo que tengo, lo que disfruto, lo que acompañe mi vida en mi dia a dia, por simple que parezca. NUNCA había sido tan consciente de lo que supone ser libre para entrar y salir. De que nos sirve tener la despensa llena, netflix, internet o facebook y toda clase de maneras de gastar el tiempo, si no nos sentimos libres? Es como ser invitados a un gran banquete, cuando tenemos una úlcera.
Más que olvidar, quiero recordar por mucho tiempo este período, para así valorar lo que tenga, cada abrazo, cada sonrisa, cada encuentro, cada momento de salud, al tiempo que dejaré de lado, todas las cosas que me invaden desde siempre, me roban el presente, y encima no me sirven para nada.
Gracias por estar ahí, incluso en estos días tan duros para todos,
Un fuerte abrazo guapetona
Me gustaMe gusta
Hola Fran,
Tu padre, como muchos supervivientes de una generación más sufrida que la nuestra, tenía más razón que un santo.
Estamos juntos desde casi el principio de este blog, me encanta ir avistando pistas de todo ese inmenso proceso que llevas años peleando duro y estoy segura de que con todo el bagaje que has ido adquiriendo en el camino, un acontecimiento global como éste, no hará más que despertar una consciencia ya más que entrenada. Es momento de redescubrir la vida en muchos sentidos.
No olvidemos nunca, pase lo que pase.
Abrazos
Me gustaMe gusta
Que bello escribes querida Cristina! Aca en Inglaterra,ayer recien cerro todo. Los chicos han terminado las clases por este año. Yo trabajando mas que nunca en el hospital…asi que salgo de mi casa. Pero ojala,que pronto termina esto…aunque parece que va para largo! Sigue escribiendo, que para muchos es un balsamo leer tus palabras. Que Pablito y toda tu familia este bien. Hasta pronto.
Gabriela
Me gustaMe gusta
Hola Cristina, te escribo desde Colombia donde pronto comenzaremos el confinamiento. Tarde a mi parecer, pero absolutamente necesario. Tus escritos en el diario, tu blog, es de lectura «obligatoria» para alimentar los pensamientos. Lo fueron en los meses antes, en un fuerte duelo amoroso (que a propósito considero sanamente superado), y lo son ahora para mantener esa conexión con otros seres y sus pensamientos. Darnos cuenta de lo similares que somos cuando volvemos a lo esenciales de ser seres humanos.
Me gustaMe gusta