Pero ¡¡¡¡QUÉ MALA SUERTE TENGO!!!
¿Quién no ha pronunciado alguna vez la dichosa frasecita? Después de perder una pareja; después de perder un trabajo; después de una racha de catastróficas desdichas en general. Pero ¡¡¡qué mala suerte tengo!!! o su variante: ¡¡¡Es que todo me va mal!!!.
Acto seguido la reacción más común es empezar a compararse con otros a los que en ese momento les va muy bien. Ya sean amigos con trabajos estupendos (que como las meigas, haberlos haylos), ex novios y ex novias que se lo pasan -aparentemente- de maravillas sin nosotros o simplemente personas que vemos por la calle y por nuestra propia proyección paranoica, pensamos que «a cualquiera, éste mismo, le va mejor que a mí».
El antídoto ante semejantes olas de negatividad no es otro que la risa. La risa, como el llanto, es un liberador de estrés, de ansiedad y de malas vibraciones. Quién sabe vivir, sabe llorar y sabe reírse mucho. Pero a veces la risa no sale del todo y hay que pegar un empujón para ayudarla a salir.
Como mínimo hay que empezar por una sonrisa, como la que invariablemente trae a la boca la conocida fábula china (y es que los chinos de estas cosas saben mucho) «Buena Suerte, Mala Suerte, ¿Quién sabe?»
Un anciano labrador tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaban para condolerse con él, y lamentar su desgracia, el labrador les replicó: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?
Una semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Este les respondió: «¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?».
Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir: “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?».
Una semana más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota le dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
Porque no podemos elegir los acontecimientos que nos depara la vida, pero sí nuestro talante ante ellos, guardad esta frase de comodín para los ataques de «malasuertitis». Pues, mala suerte, buena suerte ¿quién sabe?.
En todo este escrito veo mucho dolor en la persona que lo ha escrito.
Suerte
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Muchas gracias por comentar.
Yo sin embargo en esta fábula veo un talante muy positivo. Viene a decir que no hay sucesos buenos ni malos…simplemente nunca se sabe y por tanto ¡no hay que lamentarse! Algo que parece malo puede ser la antesala a una cosa mejor.
Un saludo 🙂
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Madre mía, qué descubrimiento este blog…
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Y eso que estás solo al principio. Ya verás cuando llegues a los artículos potentes 🙂
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Jajajaja…., que bueno! Esta leyenda es fabulosa (me ha encantado). Esta leyenda tiene mucho que ver con ser positivo y entender que las cosas por muy mal que vengan, ¿quién sabe?. Elegir ser positivo es una opción que todos tenemos. Que la coja el que quiera.
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Gracias por este escrito, me viene muy bien con todos los problemas que estoy pasando.
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Hola Cristina, te escribi en un post anterior, pero esto es lo que me pasa.
Me encuentro mal porque no me contrataron en un trabajo que me hicieron 3 entrevistas, recorrí mas de 1000 km en un solo día, el puesto calzaba muy bien, y no solo tenia un «perfil» muy complicado de encontrar y sin embargo no fui yo la elegida… comienza la comedura de coco, es que es porque soy fea…porque hablo mal…porque no soy simpatica…etc…..
Tengo exactamente lo que comenta en este post:
– Pienso que tengo muy mala suerte, porque ultimamente he pasado desde rupturas amorosas de una forma muy traumatica, enfermedades (tuve una operacion recien), hasta pues este ultimo rechazo en este ultimo trabajo que me parecia estupendo.
– Veo a otras personas sobre todo esto esto ultimo, con todo facil y con mucha suerte … buenos trabajos, vida resuelta, y sin ser mejores personas o personas mas brillantes que yo.
Estoy comenzando a deprimirme….y es dificil ver el lado positivo…
Gracias, por leer….
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Hola Astu,
Un rechazo (laboral, amoroso, familiar, etc…) siempre nos toca la autoestima. Yo ni te cuento lo que se me pasa a mi por la cabeza cuando tengo un bajón. No siempre es preciso forzarse a ver lo positivo en primera instancia, muchas veces necesitamos dar rienda suelta a nuestro cabreo/tristeza/frustración para encontrar de nuevo nuestro punto álgido.
Abrazos
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