Muchas veces escuchamos aquello de «a un amigo se le aguanta lo que no se tolera de una pareja»
¿Y qué tal si empezamos a no tolerar al amigo lo que no soportaríamos que nos hiciese una pareja?
Para mantener buenos amores, hay que ser capaz de crear buenas amistades.
En la amistad, como en el amor, existe dependencia. Al no haber convivencia ni un contacto tan íntimo, una amistad tóxica puede durar muchos más años que una relación de pareja tóxica. Personas que parasitan, personas que necesitan muletas, personas que quitan, en lugar de dar.
Una mala amistad es una relación perjudicial, tal y como lo es una mala pareja. Si queremos calidad en nuestros amores, debemos buscar calidad en todas nuestras otras relaciones.
Pero ¿cómo empezar a aplicar al amor los principios de una buena amistad?
Bien, empecemos por aquí. Existen dos tipos de personas. Los que, cuando acudes en tus horas bajas, te preguntan: «¿Qué te hicieron?». Y las que te dicen: «¿Qué has hecho?». Los primeros, son conocidos. Los segundos, son amigos.
Hay una gran verdad que es tan básica que a veces olvidamos y no deberíamos hacerlo. Es cierto que es una verdad que se aprende con el tiempo y la experiencia y también con alguna que otra decepción. Elige estar con personas que te aporten algo positivo.
Con ‘aportar’ no nos estamos refiriendo a aportaciones materiales o superficiales. No nos referimos tampoco a que debamos tener un concepto utilitario de la amistad, porque entonces no hablaríamos de la amistad, hablaríamos de nuevo del parasitaje y la dependencia. Significa que cada persona es un mundo, que todos hemos realizado un aprendizaje y llevamos nuestro pequeño manual de filosofía interior que compartimos con otras personas porque es parte de lo que podemos ofrecer para que los demás también crezcan con nosotros y este feedback a nivel global es lo que hace que crezcamos, que maduremos y seamos mejores.
Los amigos de verdad te hacen avanzar. Un amigo no te anima a que te estanques. Si lo hace, es porque estando tú a su mismo nivel, no evolucionando de ninguna manera, no perderá lo que obtiene de tí y entonces se producirá no una amistad, sino una dependencia. Lo que te aporta un amigo son armas de conocimiento y sabiduría para afrontar los combates que te presenta la vida. Si un amigo no te aporta ni verdad, ni crecimiento, ni nada que te haga cambiar en lo más mínimo la percepción que tienes sobre tí mismo y sobre tus conceptos existenciales…no puedes llamarlo tu amigo. Es alguien a quien tú puedes considerar como quieras, porque autoengañarse es libre y gratis, pero considera hasta qué punto te importa o no que esa persona siga permaneciendo en tu vida.
Cuando alguien hace esto por nosotros, significa que nosotros somos receptivos, que nuestras interrelaciones amistosas son saludables y que sea lo que sea lo que estemos haciendo, lo estamos haciendo bien. Los amigos aportan y nosotros les aportamos. Así funcionan las cosas que funcionan. Otra alternativa suele ser un sucedáneo como lo es el queso Philadelphia light: algo que, de entrada, tiene el mismo sabor, pero con la mitad de calorías.
Si llamas amistad a lo que no te llena como tal, entonces eres vulnerable a la manipulación ajena y al utilizar a los demás, estarás expuesto a ser igualmente utilizado. Como el maquiavélico vizconde de Valmont y la diabólica marquesa de Merteuil, la relación durará hasta que los niños acaben por cargarse los juguetes.
Una vez que seamos capaces de rodearnos de buenos amigos, jamás nos conformaremos con algo de menos calidad en lo que respecta a nuestras parejas.
No toleremos de nuestros amigos lo que no toleramos en nuestras parejas. ¿OK?
.