Un reciente estudio de la universidad de Kansas afirmaba lo siguiente «mientras que las películas, las novelas y los programas de televisión retratan un regreso a una relación como algo romántico, se encontró que los resultados de recomponer la relación no eran los deseados»
La investigación había reunido a una serie de parejas, tanto estables como inestables o cíclicas y determinó que las relaciones del segundo tipo (en las que se producían idas y vueltas) tendían a ser más impulsivas en lo que respecta a los grandes cambios (vivir juntos, tener hijos, etcétera). El resultado era que en las relaciones cíclicas, las parejas tenían peor comunicación, una autoestima más débil y la sensación de un futuro incierto juntos.
El estudio concluye con lo siguiente: si desde el inicio la relación ya era inestable y se producían idas y vueltas, el mismo patrón se repetirá a pesar de las acciones que se realicen para afianzar el compromiso. Por cada regreso, la relación empeoraba.
No hace falta recurrir a estudios científicos para ver a nuestro alrededor (o incluso en nuestros propios casos) historias de parejas que terminan y se reconcilian y así, sucesivamente. Incluso de personas que utilizan la ruptura como una estrategia para que el otro cambie. El modelo «ni contigo, ni sin tí», tan propio de los amores adolescentes se encuentra tan anfianzado en el mecanismo de muchas parejas, que cuesta imaginar lo que sería su relación sin toda su aparatosa dramaturgia.
En una situación así, debemos plantearnos si lo que nos mantiene en esa relación es un amor honesto y comprometido en el que aceptamos a la otra persona tal y como es, o bien un enganche adictivo a ese tira y afloja donde nunca conseguimos lo que creemos que necesitamos para ser completamente felices (que la otra persona «cambie»).
Las relaciones de este tipo son desgastantes y frustrantes para las personas que las padecen.
¿Porqué entramos en esta dinámica en una relación?
Existen muchos casos en los que dos personas se han conocido, se han enamorado locamente, han creído encontrar al amor de su vida y una vez se marchó la pasión, se encuentran con que tienen caracteres, valores y formas de ser y de amar totalmente incompatibles.
También existen los amores de conveniencia, los amores funcionarios donde las personas permanecen juntas mientras esperan a que llegue algo mejor a su vida.
El resultado suele ser una relación donde en lugar de la armonía natural entre dos personas afines, se convierte en una lucha de poderes. En ocasiones, sucede que uno de los miembros de la pareja, ante la imposibilidad de llegar a consenso, siendo quien es, opta por anularse y convertirse, de puertas afuera, en la persona que el otro desea. En nuestra cultura a este tipo de personas se les conoce peyorativamente como calzonazos y sumisas.
Si no ocurre esto, la relación permanece eternamente en un estado crítico de tira y afloja, donde ambas personas se niegan a aceptar que la otra es diferente y que o cambian los dos, o no cambia ninguno.
Muchas veces escuchamos (y nos creemos) eso de «toda relación es una lucha constante»; «siempre hay uno que cede más que el otro» o «siempre hay uno que quiere y el otro que se deja querer».
Empecemos a aplicar un concepto revolucionario: el amor no necesita de luchas de poder. Lo que las necesita es el ego. Son viables las relaciones donde no existe un tira y afloja constante y donde cada día no es el amanecer de una nueva batalla. Cuanto más amor y menos ego, menos lucha.
Por supuesto, las discusiones en la pareja de vez en cuando son resultados naturales de un ajuste necesario para encajar en una convivencia. Sin embargo, no es lo mismo pedir que bajen la tapa del váter o disentir en la educación de los hijos, a pelear para convencer al otro de que sea cariñoso cuando es frío, expresivo cuando no sabe expresarse o tranquilo cuando es colérico y nervioso.
¿Cómo sanar una relación donde el amor ha quedado aplastado por las exigencias del ego? Que cada persona se ocupe de su propia felicidad para poder amar; y cuando esa felicidad sea plena, no generarán necesidades externas y por tanto, aceptarán al otro tal y como es.
¿Quieres cambiar tu relación? Cambia tú. Y si no puedes cambiar, sé generoso. Deja ir a quien tu ego no puede aceptar tal y como es.
«El amor no es una cosa de la mente. Y solo cuando está de veras quieta, que no espera nada, ni pide ni exige ni busca ni posee, cuando ya no tiene celos ni temor ni ansiedad, cuando está realmente en silencio, sólo entonces es posible el amor» Jiddu Krishnamurti
Felicidades Cristina. Esta entrada constata lo que yo he vivido, un viacrucis de ruptura y posterior reencuentro que no ha servido de nada, solo aumentó el desgaste y la desilusión entre los dos.
Entiendo perfectamente que la lucha de poder dentro de una pareja no conduce a nada y esto puede estar reflejando carencias individuales, pero en esta entrada me queda una duda… aunque cada cual se ocupe de llenar su vida, de cuidar de sí mismo y de ser emocionalmente autosuficiente, el dolor que produce observar a una pareja que «supuestamente» te quiere y te está demostrando con sus actos que no es así (por falta de afecto, por empatía cero, etc) te lleva al sufrimiento sí o sí, no lo atribuyo a un problema de EGO, sinó de saber amar. Creo que todo ser humano por equilibrado y maduro que sea sufre ante un amor desequilibrado y enfermo, y expresar al otro nuestra disconformidad no es una lucha de egos, es expresar nuestro derecho a ser respetados.
Un abrazo
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Hola Lia,
Hasta la persona más madura, equilibrada y la autoestima más a prueba de bombas se duele ante una pérdida o un rechazo amoroso. Quererse a uno mismo no significa volverse totalmente insensible y que te la pele todo lo que haga tu pareja porque tú ya te bastas y te sobras solito.
En realidad la única diferencia (pero ¡qué gran diferencia!) es que quien se quiere a sí mismo, no se queda soportando desaires, humillaciones o maltratos: de donde no se le quiere, se marcha a tiempo de ahorrarse un sufrimiento innecesario e improductivo. Pero doler, siempre duele. Jolines, pero en qué mundo vivimos que se ha normalizado tanto el no tener autoestima que llegamos a creer que quererse a uno mismo es una especie de psicopatía.
Un abrazo!
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Hola Cristina, me gustaría preguntarte algo, tengo una relación extraña con una persona, en ocasiones estamos bien en otras, él esta muy carinoso y yo siento que me afixia, cuando el toma una postura lejana estoy yo detrás pidiendo amor..es una relacion quizás un poco toxica y una dinamica muy danina pues me produce mucha ansiedad y afliccion …. que me recomiendas?
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Hola anónima,
Yo no le veo ningún tipo de propósito, utilidad o interés a mantener una relación que te genera ansiedad y aflicción…
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Ay a mi si me gusta el estira y afloja no me gustan las relaciones pasivas donde siento que ya lo tengo para mi esto que hace es otra forma de coqueteo y me encanta hace que quiera estar con el de otro modo siento astio si convivimos mucho y además me doy de menos mis responsabilidades este tipo de relación me permite seguir soñando a desear tener ese amor inalcanzable de un modo u otro mis otra relaciones siempre han sido pasajeras y terminan en un día menos esta y me causa incertidumbre de lo que pasara mas adelante deja un poco de misterio y sabor de querer mas. Para que quererlo tener todo el tiempo pegado a mi si en verdad el es el indicado ya habrá tiempo de pasar todo el día juntos mientras tanto a disfrutar del cortejo por que ya cuando se tiene a la persona se pierde eso mejor disfrutar cada etapa de esto y confiar que si en verdad es sera, como bien dicen si el oro se oxida no era oro, si el amor se acaba no era amor.
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Hola lety,
A mi también me gustaban las luchas de poder con 20 años. Ahora tengo casi 40 y disfruto más de la amistad, la afinidad y el sentirte a gusto con la persona que tengo al lado. Hay etapas (y gustos) para todo 😉
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Hola Cris,
Estoy muy agobiada, mi pareja y yo tenemos demasiados problemas por lucha de poder, el es demasiado dominante nunca se gana con el, no acepta sus errores.. Y es muy desgastante, no podemos ponernos de acuerdo en cosas simples.. No hay acuerdos no hay mediaciones, y de repente hasta las ganas de exponerle algo se esfuman..porque se que. No sirve de nada…es muy frustrante..que puedo hacer?
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Hola chiki!
Cuando se llega a este punto en el que es imposible el diálogo, lo que se puede intentar sería soluciones de corte un poquito más contundente.
En principio (aunque imagino que lo habrás intentado ya), el primer paso podría ser coger un rato en el que estéis los dos tranquilos y bien, y plantear estos problemas y cómo te están afectando a ti. Es decir, no tanto un «me haces esto o lo otro» como un «me siento así o asao».
Si esto no funciona o no ha funcionado, yo propondría de inicio intentar una terapia de pareja, que suele ser muy efectiva con los problemas de comunicación.
Lo que pasa con tu pareja es que en el momento de haber un desacuerdo, siente su ego amenazado por el hecho de no tener razón y toma el negociar como una derrota, cuando hay que enfocarlo como una cesión en función de un bien común. Para que una pareja pueda adaptarse y llegar a acuerdos es preciso que la visión conjunta sea prioritaria antes que el ego personal.
Cuando haya desacuerdos, también puedes intentar «desarmarle» con verbalizaciones de lo que está sucediendo: «No dejemos que nuestros egos estén por encima de nuestra relación» (importante colectivizar el problema para que la otra persona no se vea como el malo de la película y reaccione a la defensiva).
Con estas situaciones como ves es necesaria o muchísima mano izquierda (que tampoco tienes porqué) o poner las cartas sobre la mesa («este es un problema que me está consumiendo y me hace plantearme seguir contigo, necesitamos una solución ya»)
Abrazos y adelante con ello, ojalá sea posible flexibilizar un poquito esas dinámicas.
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Hola Cristina!.
Este articulo me parece excelente, la causa detras de la lucha de poder era tan evidente pero yo ni siquiera entendía . Yo por primera vez estuve metida en una relación donde me era muy difícil ser yo misma, solo como ejemplo recuerdo que una vez estabamos normal hablando y de repente tuve el error de decirle : te lo dije, tenia razón….en ese momento se enfureció y comenzo a tener una reaccion desproporcionada , reprochándome que yo necesitaba «reconocimiento» y eso no lo soportaba. Reconocimiento, no es que lo necesite en «demasía» como el creía, pero si se que no hay nada malo en ello, y que en realidad desear reconocimiento, por tus ideas por tu trabajo, es una de las necesidades del ser humano. así como este ejemplo, todos los días había una reprimenda porque no actuaba como se esperaba de mi, se me reprendía porque hablaba de tal forma, porque no me quedaba dialogando con tal persona, porque masticaba goma de mascar de tal manera (al parece vulgar, pero el tipo se tiraba unos pedos y unos eructos todo el tiempo, hasta llegue a pensar que tenia un problema de salud, pero después cai que era su costumbre, y yo jamas le reproche nada), se me reprendía hasta por llorar, se me prohibía hablar sobre determinados temas…se me recordaba una y otra vez los errores que había cometido…Lo peor es que no podía haber dialogo, y cuando se enojaba no te hablaba por días enteros. vivía una angustia tremenda, una ansiedad que me impedia dormir por la noche por los dolores de pecho, pensando en que no me amaba porque no era suficiente. Tengo entendido que todas las relaciones de mi ex pareja han sido similares, la ultima llego a anularse completamente , y despues cuando ya no «habian peleas», se aburrio y la dejo por otros motivos, paradogicamente.
Tengo una semana que lo deje, muchas veces me dan ganas de volver, pero se que ser sumisa no es mi esencia. Una persona que es asi nunca cambiaria verdad?… Necesito razones para saber que lo que estoy haciendo es lo correcto, para poder dejar esta historia atras. Tengo la autoestima muy baja, y despues de tanto maltrato tengo muchas herida en mi alma…no se que hacer.
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Hola Martha,
En las personas que han vivido situaciones de maltrato es normal que existan dudas, que la mente trate de justificar, que no se acabe de aceptar que estas conductas son anómalas e inadmisibles.
Yo te pregunto, amiga, si tuvieras una hija, una amiga, una hermana, y viniese a ti para contarte esta situación ¿le dirías que esperase, o que aguantase a ver si la otra persona cambia?
Abrazos
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