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A la hora de enfrentarnos a los primeros (y durísimos) tiempos que siguen a una ruptura amorosa de una relación atormentada, llena de problemas y altibajos, es habitual generar los siguientes pensamientos: «Nadie me querrá nunca como fulano/mengana»; «no encontraré a nadie más; «me voy a quedar solo o sola para toda la vida»; «era el hombre/mujer de mi vida» y demás mantras poco aleccionadores que no son más que las alertas con las cuales la mente se encarga de anclarnos a una idea fija para no enfrentarse al cambio de patrones mentales y emocionales que siguen al momento del shock.

Una vez superado lo peor del duelo, estos pensamientos empiezan a perder fuerza, al tiempo que se empieza a salir más, a conocer otras personas y a empezar a plantearse cuando será el momento propicio para introducirse de nuevo en el mercado del amor.

Después de una ruptura dolorosa, es normal que acompañe cierto miedo a la hora de iniciar una nueva historia, aunque sea con alguien distinto y (presumiblemente) mejor que lo anterior. Pero después de una relación de las llamadas tóxicas, ese miedo se multiplica por el número de recuerdos negativos que se empeñan en enquistarse en las zonas aún traumatizadas de nuestra memoria.

Muchas personas tienden a activar todos sus sistemas de alarma en el momento de conocer a otra persona o de planteárselo siquiera. Confeccionan una lista imaginaria que yo denomino la lista «quenosea». Que no sea egoísta, que no sea mujeriego, que no sea manipuladora, que no sea alcohólico, que no sea histérica…

No es negativo tener claro qué valores se desean para una posible pareja, pero sí lo es pertrecharse con miedos, en lugar de certezas. Por ello, propongo sustituir la lista «que no sea» por la lista «yo seré»:

1) Yo seré autosuficiente. Dejaré de esperar que llegue alguien para responsabilizarse de mi felicidad

2) Yo seré autoconsciente. Si no me conozco, tampoco conoceré a los demás.

3) Yo seré fuerte. Ser víctima no es una imposición; es una elección.

4) Yo seré quien me quiera. Si no tengo amor para mí ¿cómo lo voy a dar a alguien más?

4) Yo seré yo. Me daré mis tiempos de soledad y recogimiento para escucharme a mí mismo/a, saber lo que siento y lo que realmente soy y quiero.

5) Yo seré mi mejor pareja. Seré una persona plena, para no volver a caer una mala relación sólo para recibir un sucedáneo de cariño.

6) Yo seré inteligente y utilizaré mis emociones como brújula de mi discernimiento. Si me siento mal, ansioso/a, angustiado/a, triste, sin energía, desvalorizado/a de cualquier manera, consideraré que esa relación no me beneficia y tomaré la decisión de no aceptarla en mi vida.

Una vez se trabajen los objetivos de la lista «Yo seré», podemos hacer una bola con la lista «Quenosea» y tirarla alegremente a cualquier papelera. Pues cumplidos los preceptos anteriores, valoraremos mejor lo que ya tenemos, de modo no que ya no aceptaremos a cualquiera en nuestras vidas que nos quite una sola brizna de ese bienestar.