Problemas económicos, familiares, existenciales, de comunicación…hay miles de motivos para discutir y otros miles de motivos para encontrar maneras alternativas de enfrentar los reveses de la vida sin necesidad de perderse el respeto. ¿Tu relación se ha convertido en la versión doméstica de la batalla de Stalingrado?
Hasta cierto punto, los desacuerdos son señales de una relación de pareja sana, en la que ambos miembros se expresan libremente. Una relación sin discusiones de ningún tipo es tan sospechosa como otra en la que vuelvan vajillas de la abuela por los aires día sí y día también. El problema de todo esto no es sólo la raíz de los conflictos en sí misma, sino el hecho de que el ser humano tiene la mala costumbre de acostumbrarse a lo malo. Si las peleas son la tónica constante en tu relación, sucederá que ambos acabaréis estando constantemente a la defensiva y con un guion aprendido de acusaciones, victimismos y agravios que recitaréis como loros en un bucle infinito del que os costará salir.
Pura negatividad que explota cuando en lugar de dos personas tratando de equilibrarse existen dos egos que creen que el otro está puesto en este mundo para satisfacer cualesquiera que sean sus necesidades. El mensaje que subyace bajo una constante lucha de poderes no deja de ser: «te corresponde hacer cambios para que yo esté feliz» o, en el peor de los casos «te corresponde ser otra persona para que yo sea feliz».
Cuando las discusiones han llegado hasta el punto en que cada mínimo detalle irrelevante se convierte en una potencial mina antipersonas y todo molesta de la pareja, es una alarma sonora y estridente que indica que la relación se está deteriorando hasta un punto de difícil retorno.
Si estás pasando por esta situación y crees que existe oportunidad de firmar la paz, tienes dos opciones: o seguir repitiendo el guion o darle un giro a la película recurriendo al clásico sentarse a hablar. Para que ello no vuelva a derivar en un nuevo intercambio de hachas y espadas verbales, será necesario ejercitarse en los siguientes cinco puntos:
1. – Saber escuchar: Se necesita coraje para pararse y hablar. Pero mucho más para sentarse y escuchar. Esta famosa máxima de Winston Churchill daba en el clavo. Oír es fácil para quien tiene oídos, pero el arte de la escucha activa requiere poner la mente en modo receptivo, sin interrumpir ni esperar ansiosamente a que el otro acabe para imponerle nuestros reclamos. Prueba a hacerlo. ¿Es difícil, verdad? Un truco: no te concentres en lo que te dicen, sino en las emociones que te transmiten. El verdadero mensaje está ahí.
2- Saber respetar: la otra persona no tiene menos privilegios que tú, ni sus necesidades son menos importantes que las tuyas. Si el objetivo de la discusiones es hacerse con el control de las acciones del otro, ya has perdido la discusión, el cariño, la admiración y en el futuro probablemente la relación.
3- Saber responsabilizarse: encontrarle constantes pegas a todo lo que es y lo que hace la pareja generalmente es una manera -consciente o inconsciente- de encontrar razones para dejarla sin sentirse culpable. Si ya no quieres estar con esa persona, no te autojustifiques rebuscando en sus manías, defectos o su forma de ser. Se supone que ya conociste a tu pareja con todo eso e igualmente te enamoraste. Y si no te enamoraste pero tragaste con ello porque mejor estar mal acompañado/a que solo/a…tu dependencia no es su problema. Intenta no endiñárselo.
4- Saber parar: cuando en una discusión se llega al grito, a perder los papeles, al lloro, al chantaje y al victimismo, es hora de sacar la tarjeta roja. A partir de este punto, la batalla está perdida, no se llegará a ninguna negociación y nos adentramos en el fructífero terreno del resentimiento acumulado para el siguiente round. En estos casos, una retirada a tiempo es una victoria (para los dos).
La señal de que no amamos a alguien es que no le damos todo lo mejor que hay en nosotros, decía Paul Claudel. Si lo que le das a tu pareja son desplantes continuos, quejas constantes, ataques preventivos y agresiones verbales, es un buen momento para pararse a reflexionar si hemos dejado que la dependencia, el ego, el miedo o la necesidad hayan aplastado al amor.
Cuando a pesar de todo seguimos sin salir del continuo bucle de discusiones, es preciso replantearse pasar de las palabras a los hechos: una convivencia de pareja que genera estrés, negatividad y malos rollos de forma sostenida y continuada no es una relación, es un castigo diario para la salud y la autoestima. Distanciarse unos días, dedicar energías a otras actividades más placenteras o ponerse un plazo para terminar si no se ven soluciones de ninguna de las dos partes son claves para sobrellevar esta situación sin morir en el intento.
Efectivamente la discusión es vida, significa que la sangre se mueve por las venas pero cuando se hace a todas horas y ante la menor excusa es más bien un desangrarse, la coagulación no funciona y la vida de pareja desapàrece como el líquido vital ante la mínima hemorragia.
Fácil verlo desde la tranquilidad, pero difícil evitarlo desde la pasión. Si uno no quiere dos no pelean. ciertamente es así y la huída temporal ayuda mucho a calmar y templar pero a veces es muy difícil recomponer cuando los rotos se han hecho demasiado grandes, aunque siempre con la palabra y eso tan dificil que es la escucha, se puede arreglar casi todo aunque exija esfuerzos titánicos. Me preguntosi hay un punto de no retorno en este tema tan vulgar y que mucho abunda en las relaciones personales?.
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Cristina, mi marido y yo te animamos a que escribas un libro. ¡Sería un best seller! Nos encanta lo que dices y cómo lo dices. Eres muy positiva y tienes fe en la relación de pareja.
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Esto justo me pasó con mi ex-pareja, llegamos al punto 4. Nunca llegamos a plantear soluciones verdaderas, prácticas y reales, hasta que mi pareja se desbordó y me dejó sintiendo que su amor se había consumido por las peleas. A mi ese distanciamiento me ha ayudado a clarificar la situación, a hacerme cargo de mi responsabilidad, de las soluciones que podríamos tener y de mis sentimientos hacia él. Le mandé una carta al mes de dejarlo explicándoselo y pidiéndole comenzar de nuevo haciendo las cosas bien y de forma adulta. Su respuesta fue negativa y a día de hoy, después de 2 meses, es la misma, no me ama.
La gente y él, piensan que las relaciones no se pueden forzar, que las cosas tienen que ser más fáciles, y en cierto modo es verdad, pero ¿es eso lo que pasa cuando se discute mucho? ¿Se están forzando las cosas? ¿No funcionamos como pareja, cual ley biológica dictaminada por la ciencia? o más bien, si existe amor son problemas que se pueden afrontar y arreglar porque las personas somos complejas y también influye el contexto, el momento personal, etc.
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Todas las relaciones atraviesan etapas más complicadas (las personas van cambiando, los factores externos afectan), el problema de las discusiones constantes es que hay algo que está fallando y las dos personas en ese momento no tienen los recursos de madurez o las herramientas para conseguir limar ese conflicto de otras maneras.
A veces aprendemos a lidiar con los conflictos de otra manera más asertiva estando dentro de la relación y otras veces tenemos que experimentar la pérdida para aprenderlo, en vistas a ir creciendo en madurez y aprendiendo a encarar etapas conflictivas sin pagarlo con la pareja. Tú o tu pareja podéis atravesar un mal momento personal: trabajo, hijos, crisis existenciales, problemas familiares, etcétera y eso es inevitable. Pero sí se puede elegir encararlo con una actitud u otra. Puedes escoger que tu pareja sea tu refugio o tu enemigo y si eliges lo segundo, pronto dejará de ser tu pareja.
Cuando se discute mucho y no se es capaz de salir de esa dinámica suele ser o por inmadurez (os dejáis dominar por los egos y la dependencia, el mensaje que subyace es: tú tienes que hacer lo que yo quiero para hacerme feliz) o bien por desamor, la persona que deja de amar muchas veces actúa buscando el conflicto para terminar.
Muchas veces existe amor, una gran cantidad de amor, pero no hay compatibilidad, o no es el momento adecuado o las metas difieren, o no hay madurez como para crecer juntos y debéis crecer por separado, asumiendo las lecciones que os hayáis enseñado el uno al otro. Hay amores que vienen para hacernos crecer y otros para aplicar lo que hayamos aprendido, al igual que hay personas que sólo se cruzan con nosotros y personas que quieren acompañarnos un tiempo.
Tienes una ruptura reciente y es normal que tengas muchas preguntas. Pero la respuesta es que actuaste (actuasteis) como erais, como supisteis y pudisteis y no podría haber sido de otra manera. Cada cosa tiene su tiempo y su lugar y al igual que no puedes volver al colegio ahora que sacarías sobresalientes en todas las materias con lo que sabes como adulta, tampoco puedes rescatar experiencias del pasado para aplicar ese aprendizaje, sino que lo habrás de utilizar en el presente y futuro.
Independientemente de que se quiera luchar o no se quiera luchar, si la persona no ama, ya la cuestión va más allá de conflicto alguno. Lo que debe existir y que es la base de todo, ya no existe y lo demás, es puro adorno.
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Muchísimas gracias por tu respuesta. Totalmente de acuerdo contigo. Es duro…pensar así, examinarse, ver un cambio personal, sentir que aun hay amor..y…no saber nada de tu ex-pareja.
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Buenas tardes Cristina,
He estado siguiendo tu blog desde el inicio y ahora por primera vez me veo con la necesidad de pedirte un consejo profesional. Estoy pasando un momento clave en mi vida.
Esta es mi historia : Mi pareja y yo nos fuimos a vivir juntos, con muchas responsabilidades y problemas exteriores haciéndole frente ambos, pasabamos mucho tiempo juntos casi 24 horas. De repente salieron a la luz todas mis carencias afectivas (soy una persona que vendria a ser lo que
tu llamas adicto al amor) y la relacion se torno es un tormento, por ejemplo de un desacuerdo muy basico aquello explotaba a una pelea monumental, donde habian constante machaque, el era una persona muy colérica de repente lanzando todo tipo de insultos, yo por mi lado me puse un traje de victima , recuerdo que me daban unos ataques de estress, una lloriqueadera que jamas habia tenido, habían intentos de manipulaciones por mi parte, todo muy toxico…y poco la dinamica nos fue absorbiendo y fue imposible cambiarla, el estaba sumamente a la defensiva y cualquier cosita lo hacia saltar decir groserias, y hablarme de una manera que nadie nunca antes me habia hablado. En fin, el desgaste de todo, mi sufrimiento porque sufría demasiado con su lejania y frialdad, hicieron que ambos decidieramos ponerle fin a la relación.
Hoy un día después que salí del apartamento, me siento triste, el estres y la ansiedad que senti en el apartamento ya no lo siento y poco a poco estoy bien, no super bien pero si ok. Me he dado cuenta que ese vinculo que habiamos creado. yo era la responsable, y no se como hacer para dejar de ser adicta al amor, supongo que con terapia derribando esquemas etc. Es la primera vez que tengo una relación de este tipo con esta tonica, en realidad mi adicción al amor ha sido evidenciada en algunas relaciones que hetenido con amigos, y he podido superarla, pero con el no pude, queria controlarlo, le hacía problemas por puras tonterias, etc. Quiero cambiar y volver a su vida como un ser renovado con alta autoestima, sin esa dependencia que lo arruino todo, quiero poder ser capaz de ofrecerle un amor limpio y conocer otras formas de amar que sin duda esa fue la incorrecta, quiero un cambio y un crecimiento personal que me haga amar a las personas sin estos lazos de autodestrucción. El me dijo que no quería darme falsas esperanzas, sin duda me quiere, pero a la vez me hace mucho rechazo, xq todo fue muy tormentoso y se sintio muy desilusionado.
Yo me fui a mi ciudad, y le dije que el primer paso para terminar con esa dependencia enfermiza era el contacto cero, que tenia que dejar esa obsesión y estar necesitandole. Hoy me despedi de el, nos dijimos solo cosas positivas, y le dije que me esperara, el no dice ni si ni no, le dije que si al final solo queria amistad pues yo lo aceptaria, solo dice que me entiende, que va a ser dificil para el después de tantos años de hablar todos los días.
Yo estoy determinada a cambiar, no por el, si no por mi, quiero disfrutar la vida, encontrandole felicidad a las cosas simples, pescar, leer, divertirme con los amigos, hacer yoga, hacer ejercicio, no se si es con terapia que se supera la dependencia o la adiccion al amor. Al mismo tiempo el pensar que pudiera a volver a tener algo con el en el futuro me puede delimitar a hacer cosas….no se si olvidarle y seguir con mi vida implementando estos cambios o aferrarme a una posible historia que es muy incierta y probablemente remota
Que opinas de esto? crees que una terapia efectiva podria llevarme a superar esta forma de vinculo y al cambio?. donde deberia dirigirme para esto hay terapias focalizadas en esto?..
Gracias Cristina, por algun sabio consejo.
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Estaba soñando y de repente me desperté con taquicardia, soñaba con mi ex. Es muy difícil, me decía a mi misma dejálo ir. Quiero cambiar, pero aunque yo lo consiga hacerlo el probablemente no querrá estar conmigo. La realidad es que me dirá no funciono la primera vez, porque iba a funcionar una segunda, y estar aferradonse a una posibilidad es terrible, es centrar mi.vida en eso y no en mi. Hoy hablamos y es muy seco, fue muy corto todo. Sin duda necesito aplicar contacto cero para poder desintoxicarnos de tantas cosas feas. Y seguir mi vida. A la vez no le quiero perder, ni perder el vínculo que habíamos creado de amistad. Pero estoy segura que aunque haya cambios, el va a tener mucho miedo a reiniciar algo conmigo.
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