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Nos ponemos en situación. Has conocido a alguien que te gusta muchísimo, quedas con esa persona, conectáis, os gustáis…y acabáis en la cama. En muchos casos, esto no trascenderá más allá de una noche. En los demás, esto es lo que sucederá inmediatamente después:

Tengo a una buena amiga, que es una buscadora incansable del amor y a menudo sale escaldada de sus experiencias sentimentales. El modus operandi, en su caso, siempre es más o menos el mismo. Conoce a alguien, se va a la cama con él y poco después, contempla como el interés de la contraparte se difumina. El problema es que después del sexo, se activan sus mecanismos de apego y dependencia muy rápidamente. Aún envuelta en la nubecilla rosa oxitocínica, espera, sufre, aguanta, se obsesiona esperando el whatsapp o la llamada que no llega y nosotros podemos ver como lentamente su tristeza y decepción van sustituyendo a la ilusión inicial. Su caso es muy común. Muchas personas buscan en el sexo más que el placer en sí, el cariño, la fusión y la intimidad y detrás de muchas citas que acaban en la cama, existe ese trasfondo de vacío y necesidad que se topa prontamente con un teléfono silencioso que parece observar en silencio como el monolito de 2001, odisea del espacio.

Si tú sientes un interés más allá del sexo por esa persona, esperarás un feedback después del encuentro para indicarte que tu amante está interesado/a en seguir conociéndot. O bien serás tú quien ofrezca ese feedback en espera de respuesta positiva.

De alguna manera tú sientes haber dejado claro tu interés, por lo que consideras que la pelota está en el tejado del otro. O al contrario, adoptas una actitud pasota para protegerte del posible dolor de un rechazo. Si no me vuelve a llamar, él o ella se lo pierden, piensas.

Si buscas amor y para ti el sexo por el sexo no existe, sino que es la puerta de entrada a algo más, puede que te estés preguntado si hiciste bien al mantener relaciones tan pronto y si eso ha podido ahuyentar a la otra persona. El 100% de las personas que me hicieron esta consulta eran mujeres. Tradicionalmente, las mujeres suelen ser más pasivas en la conquista que los hombres. Con las redes sociales y las páginas de contactos, este rol clásico de princesa en la torre esperando al príncipe ha empezado a volatilizarse, para dar paso a una mayor iniciativa. Aun así, seguimos tendiendo a esperar que nos busquen.

Esto se suma a algunos prejuicios y condicionantes culturales que todavía persisten en el juego de la seducción. En los casos de los hombres que me escribieron por asuntos similares, ninguno se preocupaba por dar mala imagen si tenían sexo con alguien a quien acababan de conocer. Sin embargo, algunos consideraban que una chica que accedía rápido a tener relaciones sexuales, no era de fiar o debía ser de cascos ligeros. Un ejemplo práctico de la ley del embudo.

Varias de estas mujeres me preguntaban lo mismo: si tener sexo en la primera cita era recomendable, si no era mejor esperar, conocer a la persona, evitar dar una imagen de golfa, etcétera…

Personalmente considero que tener sexo en la primera, cuarta o duodécima cita no es muy relevante. Puedes surgir una relación la primera noche o tres meses después, o no surgir nunca. Lo que marca la diferencia es la actitud. Si estamos abiertos a vivir sin miedos, el sexo será uno de los muchos placeres que nos ofrece la vida y lo podremos compartir cuando nos apetezca de verdad, sin establecer expectativas poco realistas cuando no se ha formado ningún tipo de vínculo emocional. Por muy necesitado/a de amor que estés y por mucho que te abrazasen mientras dormías, el amor no se forja de un día para otro.

Ten en cuenta que las expectativas y sentimientos de la otra persona no están bajo tu control, así que antes de lanzarte, intenta guiarte sólo por lo que realmente quieras tú. Un buen ejercicio es interponer un telón de acero mental en el que te observes sin distracciones, concentrándote en tus propios deseos y apetencias. Si esto incluye tener sexo, adelante. A una persona a quien no le gustes o le motives lo suficiente, le va a dar igual que te metas en la cama a la primera o a la quinta cita. En cuanto consiga lo que ha venido a buscar, se irá en busca de prados más verdes. Y no es que tú no valgas nada, o no tengas atractivo. Simplemente, no se puede gustar a todo el mundo.

Entonces ¿qué hacer? ¿tengo o no tengo sexo en la primera cita?

Haz lo que quieras. Lo que te apetezca. No lo hagas por la otra persona. Ni mercadees con el sexo por si consigues algo más. Hazlo por ti. Porque lo quieres, porque te gusta y porque te apetece. Si quieres llamar al día siguiente, llama. Si no quieres no hacerlo, no lo hagas. No te pierdas en juegos mentales absurdos: tu guía es lo que tú desees, no lo que el otro o la otra esperen. ¿Que la otra persona no corresponde a tu interés? Al menos, no te quedarás con la espinita de no haberlo intentado o con la duda de si aquello podría haber llegado a más. Ahora sí. Ya puedes permitirte el ¡¡¡él/ella se lo pierden!!!.

Si para ti tener sexo en primera instancia te supone un complejo drama mental de proporciones épicas en el que te enganchas enseguida y te sientes rechazado/a si el otro se volatiliza cual Houdini, no lo hagas. No tienes ni necesidad, ni obligación de dar nada que no desees dar. Date el lujo de conocer a la persona para establecer una conexión auténtica que te aporte lo que a ti te interese. Esto tampoco te asegura que vaya a ser el amor de tu vida, pero por lo menos irás a un ritmo coherente contigo mismo/a que te permitirá accionar con mayor naturalidad y sobre todo…siendo tú.

Intenta no andar con fingimientos ni manipulaciones. Es tan poco saludable ir a la cama con la coraza puesta como llegar con el corazón en una bandejita a ver si el otro te hace el honor de quererte.

La mejor ventaja de ser fiel a lo que eres y a lo que quieres es que nunca te equivocas. Si vives a expensas de lo que quieran los demás, serás el eterno monigote de los sentires ajenos.

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