Estoy harto de hacer siempre lo mismo. Estoy cansado de meterme en situaciones absurdas y relaciones mediocres en las que en realidad, ni siquiera quería meterme. Voy cuesta abajo y sin frenos…y me da igual estrellarme. ¿Por qué me siento como si estuviera descarrilando?
¿Por qué nos ocurre esto? El quid de la cuestión es que vivimos educados en la neurosis: se nos implanta un modelo sistematizado de lo que hay que hacer para cumplir con nosequé parámetros y en este camino, muchas veces se nos olvida ir a buscar lo que realmente somos por debajo de todo la la machacona programación vital que llevamos encima. Es lógico y sano que se nos inculquen unos principios básicos para movernos por el mundo, pero también el saber cuestionar tales principios cuando no se ajustan a lo que vemos y vivimos.
Si tuviste la suerte que aquello que aprendiste se corresponde exactamente con el verdadero deseo de tu alma, seguramente cruzarás por esta vida sin tales apocalipsis. El resto, tendremos que intentar descubrir cuál es nuestra verdad y este proceso es como forjar un arma de herrero: pasa por el fuego, por el hielo y finalmente, por la forma y la solidez de aquello que hemos parido.
Lo deseable sería que este proceso se desarrollase de forma fluida y ordenada. Desconozco aún a quien haya podido autodescubrirse sin residir en el reino del caos por un tiempo, pero, parafraseando a Shakespeare, hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que sueña mi filosofía.
Supongo que ahora te gustaría saber cómo seguir haciendo lo que estás haciendo, pero sentirte bien al mismo tiempo. Mucho me temo, que aquí no te puedo dar la respuestas a ese interrogante.
Al igual que tú, he estado muy perdida. Nada de lo que escribo o lo que soy, hubiera sido posible sin transitar por ese desierto. Fueron mis relaciones sentimentales las que me fueron dando la medida de aquello que realmente me sucedía por dentro. Sentía que siempre ejecutaba el mismo juego, con las mismas reglas y mismos resultados. Y no entendía porqué.
Poco a poco, esa reiteración de mi forma de vincularme me fue dirigiendo a amores cada vez más degradados, desgastados y tormentosos. También me fue desvelando informaciones hasta entonces, desconocidas. Empecé a descarrilar en el momento en que abrí los ojos y me di cuenta de que estaba haciendo algo que no sentía, ni quería...y que de lo que podía prescindir. A partir de este punto, tuve que tomar una decisión y quedaría precioso y muy literario, decir que eso cambió mi vida, pero para ser honesta, mi vida tardó mucho más tiempo en cambiar.
Sin embargo, fue un instante de revelación. Para mí, las personas siempre habían permanecido en sombras, como si ocultasen un secreto que necesitaba encontrar y comprender. No entendía que lo que estaba buscando era a mi propia persona tras las sombras.
El dolor fue aquello que atravesó la densa capa de sombras y ahí, no encontré nada más que verdad.
Como mucha gente, pensaba que bastaba tener amor y éxito en la vida para sentirte en paz y estar bien. Lo que he aprendido hasta ahora, es que esto no basta y que además, ambas cosas son variables y no siempre ocurren cuando a uno le conviene o necesita. Pero estar en paz va mucho más allá de eso. O es mucho más sencillo. Nace cuando surge ese temple interior que te abraza y te acompaña incluso cuando todo lo demás parece derrumbarse.
Porque en realidad, estamos hablando de la fe, ese lugar donde ni la razón o el corazón pueden llegar y que no es la fe de los dioses, de las organizaciones humanas o de determinadas culturas, sino una aceptación ciega del acto de vivir, con todo lo que conlleva. Es ese misterio inherente a cada ser humano que encuentra el camino, cuando no parece haber ningún camino.
Es como esa mítica escena de Indiana Jones y la Última Cruzada, en la que el protagonista debe cruzar un hondísimo y pavoroso barranco en el que supuestamente, cruza un puente invisible. Indiana Jones suda, duda y reconoce que debe hacer un salto de fe. Finalmente, avanza un paso sobre el vacío y de pronto…
Aun cuando sientas que nada tiene sentido y das vueltas en las direcciones más insospechadas, ese pálpito interior, te hará seguir con la convicción de que siempre estás en el momento justo, en el lugar adecuado..
Si empiezas a vislumbrar que todo lo que te está ocurriendo tiene sentido, ya estás preparado para dar un salto de fe.
Gracias!!! por esta consideración, de veras!! un beso grande.
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Gracias a ti. Sin ese viernes de sol, pizzas; Kierkegaard e Indiana Jones, este artículo quizás no hubiera visto la luz 🙂
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Este texto expresa exactamente lo que siento y lo que estoy atravesando en este momento de mi vida, querer conocer mi verdad, solo que aún no he podido entregar mi existencia a la fe y continúo cuestionando, evaluando y viviendo según mi sistema de creencias. A pesar de ello estoy elaborando y trabajando mucho en mi interior.. En el día experimento sensaciones de alegría y angustia alternadamente, de paz y confusión constantes… Me falta la fe para seguir mi búsqueda con confianza y tranquilidad sin esa mezcla de emociones que me eleva y me hunde casi de igual manera
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Te sigo y me encanta todo. Gracias
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Sigo todo lo que publicas y me enacnta, Gracias.
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Me has emocionado, Cristina. Hay tanta verdad y honestidad en lo que escribes… Además de que me encanta tu poesía…
Por suerte o por desgracia, ese momento de lucidez del que hablas solo llega después de mucho sufrimiento tras haber buscado cumplir las expectativas de otros o lo que la sociedad nos dice que es deseable. La autoconfianza en que estás en el camino correcto aunque haya obstáculos, se da cuando por fin decides vivir según tus propios principios y dejar de pensar que la felicidad es tener posesiones materiales, éxito profesional, que a veces no es más que la alimentación malsana del propio ego, o una pareja que no nos satisface pero «queda bien» ante los demás porque es un signo de presunta estabilidad y status.
Seguimos en el camino aunque haya baches de vez en cuando 😉
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Me gusta mucho tu blog, enhorabuena. Creo que además de dar consuelo a las almas afligidas demuestras una compasión, pragmatismo e introspección muy agudas! Me interesa mucho lo que cuentas de tu experiencia personal porque sugieres que nuestras relaciones reflejan nuestro mundo interior. No es la primera vez que oigo que las parejas son grandes maestras, y en mi caso personal, después de un intensísimo romance de 5 meses con alguien que decía que me amaba, la cosa acabó mal, sin yo haber dicho una mala palabra ni nada por el estilo. La persona en cuestión suele acabar mal las relaciones, y para salir ella impoluta necesita descargar su rabia y sobre todo atribuir la responsabilida única y exclusivamente a la otra persona. Significa eso que su mundo interior está sufriendo? Yo soy incapaz de terminar mal. Muchas gracias y un saludo afectuoso desde Madrid
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Hola tocororo!
Muchas gracias por tus palabras y por tu reflexión.
Es una verdad que todas las personas nos pueden enseñar algo pero la pareja además conecta a unos niveles emocionales tan profundos que pueden sacar cosas que ni nosotros sabíamos que teníamos dentro. Y pueden ser cosas que no nos gusten demasaido.
En lo que me comentas, todos sufrimos en alguna instancia: carencias afectivas, inestabilidad, inconsciencia, falta de conexión con nuestras propias emociones…Una persona que culpa a los demás de sus problemas, es una persona que no puede tomar las riendas de su propia vida porque no comprende lo que le sucede. En el terreno afectivo, se podría hablar de hombres y mujeres que viven esperando un príncipe o una princesa que les solucione su soledad, su vacío y sus neuras. Inician historias rapidísimas y pasionales, en las que el enamoramiento en tanto que dura disfraza temporalmente esos vacíos (por esta razón son tan intensos), pero como siguen estando ahí, en cuanto vuelven a reflotar se encabronan porque ahora ya tienen a alguien a quien echarle la culpa.
Desde luego que una persona que vive así sufre, porque no comprende qué sucede con su vida, porque no comprende porqué no funciona sentimientalmente y porque como todo el mundo, empieza con las mejores intenciones y se tropieza una y otra vez con el mismo muro.
Pero lo interesante de todo esto, amigo (y convecino madrileño) es ¿por qué te unes a una persona así?
Y aquí empezaría tu propio aprendizaje.
Abrazos fuertes!
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Muchas gracias Cristina! qué buena respuesta, muy agradecido! Pues sinceramente, porque era una persona que daba una imagen absolutamente diferente, y que en la intimidad era próxima y cariñosa. Y luego acumula datos de porqué no le gusta mi personalidad y le da a la relación carpetazo final sin posibilidad de enmienda. En definitiva, no lo vi venir. Y es algo extenuante, porque te preguntas qué has hecho mal tú, qué ha hecho mal ella y llegas a la triste conclusión de que el detonante ha sido que ha conocido a alguien más estimulante, más novedoso. Y uno teme que volverá a meterse en relaciones tóxicas, pero claro, ese ya no será mi problema. Y confunde, además, porque soy incapaz de albergar rencor o pensar que es mala persona. Un abrazo!!!
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Un truquillo…por lo general las personas necesitamos un poco de tiempo para amar, abrirnos y conectar…para conocer a la persona con la que estamos…si alguien crea intimidad muy rápido, suele haber detrás un tema de inmadurez y necesidad afectiva (y no lo digo sólo por ella).
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Hola Cristina, lindos tus artículos, parecen poesía.
Te queria pedir un consejo como terapeuta o coach. actualmente estoy pasando un mal momento, sin dinero, con problemas de salud agudos y muy sola, esto me lleva inclusive a pensar en quitarme la vida. Estoy yendo a un grupo de ayuda, que me ayuda a relativizar y ver que los problemas son parte de la vida. Sin embargo, me siento muy debil por momentos y sin salida y pienso en la muerte muy seguido… no se que me pasa…
que me aconsejas que haga cuando llegan esos momentos de desesperacion y angustia total?.
Muchas gracias.
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