cages - still from The Sky is Always Moving

My body is a cage…cantaba los Arcade Fire y es que no hay una sensación de impotencia más terrible que ser consciente de estar atrapado en la cárcel interior. Cuanto menos libres somos, más utilizamos a los demás para que nos liberen pero, al hacerlo, sólo nos sentimos más encerrados. ¿Qué sería de nuestra vida si dejásemos de hacerlo?

Las personas, en la inmadurez, funcionamos como en una cadena de energía. Tú me quitas a mí, entonces yo voy y le quito algo al siguiente para reponer lo que me falta. Y así, hasta que alguien rompe la cadena, se libera y es capaz de encontrar una fuente de energía propia.

Utilizar a los demás es una forma de evasión que nos distrae por temporadas de la sensación de vacío: existen muchas personas que tienen tantos huecos que para evitar que pase el aire y les hiele por dentro, necesitan llenarlos de gente, ruido, salidas, actividades, adicciones…para encontrarse, nuevamente, un espacio asfixiante que cada vez se hace más grande, porque llega un momento en que nada resulta suficiente.

¿No sabes interactuar con los demás sin utilizarlos? Intenta reflexionar: ¿cuál es el origen de tu vacío? ¿de dónde viene ese dolor? ¿qué heridas no has curado? ¿de qué estás huyendo mediante los unos y los otros?

Posiblemente llevas mucho, mucho tiempo buscando esta respuesta, al mismo tiempo que estás haciendo todo lo posible para evitar encontrártela.

Todas tus maniobras para huir del vacío a través de los demás, te llevan hacia una serie de encuentros en los que no acabas de conseguir lo que buscas. Tu insatisfacción y tu miedo se proyectan en aquello con lo que te cruzas, mostrándote un espejo en el que la imagen parece demasiado empañada, difusa o distorsionada: de repente llegas a un punto en que sólo pareces conocer gente rara, «mala», perdida o que no sabe lo que quiere. Y te quejas. En lugar de preguntarte si no ves en los demás lo que te niegas a ver en ti.

Por supuesto, quien utiliza, es utilizado: cada vez que cargues tu ira contra quien crees que te usó sin escrúpulo alguno, recuerda las veces en las que tú usaste a otras personas y comprende que quien actúa así, también es su propio prisionero.

Cuando empezamos a ver a los seres humanos que nos rodean como un reflejo de nuestras propias pasiones, temores, debilidades y fuerzas, estamos limpiando el espejo para vernos a nosotros mismos.

Las relaciones utilitarias se transforman en intercambios vivos en los que podemos mostrarnos tal y como somos y aportar (o recibir) un feedback emocional de mucha mayor calidad. De repente, aquellos a quienes conocemos parecen distintos: y sin embargo, son lo mismo. Son nuestros ojos los que han cambiado.

Si sólo encuentras gente a la que utilizar o que te utiliza: si estás en una espiral de infelicidad y frustración y parece que sólo das una y otra vez con lo mismo; si no cuaja nada de lo que inicias y estás saturado de conocer personas con las que no puedes conectar, no esperes que el mundo cambie para ti. Cambia tú.

¿Cuáles son los beneficios de renunciar a utilizar a los demás? Conocer la amistad y el amor en toda su plenitud. Y, por supuesto, la liberación. My body is not a cage anymore.

Estas son las claves para poder conocer el amor y la amistad con una plenitud disfrutable y duradera:

– Tómate un periodo de «desintoxicación»: utilizar a los demás es una conducta inconsciente y a menudo, adictiva. Como toda adicción, para poder dejarla se requiere cortar de raíz y pasar un síndrome de abstinencia. Caer en ese abismo que tanto terror te causa, en esa soledad que late ahí dentro como una herida sin fondo, es lo que más temes. Y sin embargo, es exactamente lo que te va a curar. Prueba a hacer una limpieza de agenda, a prescindir de las personas que te generan malestar o a las que sólo acudes cuando te conviene. Al principio, te sentirás extraño/a cuando pierdas los asideros que te proporcionan los demás. Más tarde, te sentirás libre.

– No todo hay que compartirlo: existen muchísimos placeres que se pueden disfrutar a solas. Ir a un cine, a un museo, a tumbarse en un campo, a escuchar música, a contemplar un atardecer en un sitio precioso, a pasear por la playa, a mirar las estrellas…hay muchos lujos que a veces saben mejor a solas que con una compañía que no aporta nada o que no disfruta en la misma medida.  No dejes de hacer nada que te apetezca porque no haya alguien que lo haga contigo. Cuando estamos verdaderamente centrados en algo que nos llena y nos gusta, nunca nos sentimos solos.

– Exprésate como quieras: en The Top Five Regrets of the Dying, la enfermera australiana Bonnie Ware hablaba de las cosas de las que más se arrepentían los enfermos terminales antes de morir. Una de ellas era no haber tenido el coraje de hacer lo que realmente querían hacer y no lo que los otros esperaban que hicieran. Es triste tener que llegar al final de tu vida para darte cuenta de que nadie supo jamás quién eras. Déjate de poses: no hay un premio póstumo John Wayne por ser el más duro, el más fuerte o el más cumplidor. ¿Cuántas veces no has expresado cansancio, vulnerabilidad, dolor, tristeza o molestia por mantener un imagen determinada? Noticias frescas: las máscaras chocan, son las personas las que se comunican.

– Flexibiliza tus pensamientos: decía Stephen Crane que el que puede cambiar sus pensamientos, puede cambiar su destino. Si hasta ahora tu manera de pensar no te ha llevado sino a la mediocridad, la insatisfacción y las relaciones de medio pelo, es que quizás ha llegado el tiempo de redecorar tu cabeza. Sólo siendo creativo en el pensamiento, podemos evolucionar. Los esquemas rígidos y los patrones inflexibles te condenan a caer eternamente en los mismos errores. Como mínimo, tantear otras posilidades te llevará a errores distintos.

– Escucha a las personas: no tanto la conversación en sí, sino sus miedos, deseos, emociones, rechazos…todo ello convierte a cada ser humano que te encuentres en alguien único. Si consigues escuchar plenamente a otros, establecerás vínculos diferentes, más abiertos y sorprendentes. Si eres de lo que piensan que hay gente que no tiene nada nuevo que contarte, igual es que eres tú quien no tienes nada nuevo que escucharte.

– Concede indultos: encuentra a la persona herida que necesita abrazo, amistad y comprensión. Eres tú. ¿Te equivocaste y te hicieron daño? ¿Lo hiciste tú? Asume lo que hiciste, no te obsesiones con lo que te hicieron y suelta las amarras del pasado. La culpabilidad es un camino que no lleva a ninguna parte y el complejo de víctima indefensa, tampoco. Perdona y perdónate. No te obceques en personas que ya no están: mejora para recibir a las que están por venir. ¿Qué te vuelves a equivocar? No te preocupes: nunca acertarás con todo, lo esencial es aprender cuando no lo hagas y disfrutar cuando sí lo consigas.

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Si pasan los años y tienes la sensación de que nada mejora, de tus relaciones siguen igual y de que en esta selva o devoras, o eres devorado, deja de mirar hacia afuera. No es el mundo lo que se ha estancado: eres tú. En el momento en que seas consciente de ello, iniciarás un proceso del cambio para el que no hay vuelta atrás. Cuando renuncies a utilizar y ser utilizado, saldrás de una dinámica oxidada e insalubre y empezarás a los demás como te ves a ti mismo: alguien a quien verdaderamente merece la pena conocer.