celos retrospectivos

¿Necesitas interrogar a tu pareja sobre sus anteriores relaciones ¿Idealizas a sus ex y te comparas con ellos o les criticas constantemente? ¿Te obsesiona pensar en lo que hacían en la cama? ¿Qué ocurre cuando un ex (o todos ellos) se convierte en un convidado de piedra en tu relación?

Cuando estoy con pareja, no dejo de preguntarle sobre lo que hacía con sus ex parejas, incluyendo su vida sexual. Esto ha acabado con todas mis relaciones. Mis parejas se hartan y acaban no queriendo contestar a mis preguntas, lo cual causa que nos enfademos y nos distanciemos.

Desearía haber sido la única persona de su vida. Sé que esto es insano y me está haciendo daño, pero por más que intento mirar al presente y evitar estos pensamientos, no puedo controlarlo.

La mayoría de las personas han sufrido de celos retrospectivos en alguna ocasión. Las reacciones emocionales que emitimos ante este tipo de sentimiento, son similares a las que exterioriza una persona que ha vivido la infidelidad de su compañero/a. Preguntas constantes, ansiedad, comparación, sentimiento de inferioridad, incluso cierto rencor secreto hacia nuestra pareja por el pecado imperdonable de no haber nacido el mismo día que nos conoció.

Quien los haya vivido, sabrá por experiencia lo frustrante que resulta tratar de reprimir este bucle morboso, que se reinicia de forma casi automática a pesar de habernos jurado mil veces, con los mejores propósitos, que ya no volveremos a sacar el tema.

Los celos son un sentimiento cuyas raíces encontramos en la infancia. Cuando celamos a nuestra pareja por sus otras relaciones, o sus amigos, o su familia, estamos reproduciendo ese esquema infantil en el que el niño se siente ninguneado o menos valioso porque otros hermanos se disputan la atención de papá y mamá.

Las personas no acostumbran a iniciar procesos de desarrollo y autoafirmación en la primera juventud: se salta directamente de la cobertura afectiva de los padres a la de la pareja. Por esta razón, los celos son más dramáticos, comunes y persistentes en las relaciones tempranas y tienden a aminorar con el paso del tiempo, al aprender a cultivar la autoestima, ser autodependientes y encontrar nuestras propias metas personales.

Porque por mucha mística amorosa que intente dársele, en realidad no es más que esto: cada vez que viene el ataque de los celos retrospectivos, es como si se nos quitase el disfraz de adultos y asomase ese niño furioso y despechado que patalea para pedir atención, ya sea porque no la tiene, o ya sea porque le han acostumbrado para tenerla en exceso.

De alguna manera, los celos retrospectivos nos introducen en una competición mental donde siempre somos perdedores, por el mero hecho de no ser únicos.

¿Cómo ir superando los celos retrospectivos? Viendo a nuestra pareja no como un regalo de Dios para cubrir nuestra necesidad de afecto y a quien hay que controlar en todo sentido para que no nos retire aquello de lo que dependemos, sino como a un individuo diferenciado, con sus experiencias vitales, que han ayudado a conformar a la persona que hoy conocemos y amamos.

Si tú mismo/a no te consideras como un invididuo con sus propios deseos, ilusiones, pasiones y un camino vital único e intrasferible, será difícil que puedas discernir nada de esto en tu compañero/a.

¿Un ejercicio para los pensamientos celosos? Asúmelos, pero no les des de comer. Evita buscar fotos, recuerdos, cartas y mesura las conversaciones e interrogatorios. Nuestra pareja no tiene la máquina del tiempo para viajar a su pasado y borrar lo que haya hecho antes de encontrarse contigo y en todo caso, no es responsable de solucionar nuestras neurosis infantiles. Recuérdatelo cuantas veces haga falta. No es tu padre. No es tu madre. No te va a dar lo que ellos te dieron o te negaron.

Sé sincero contigo mismo ¿tu vida es monótona, ociosa y carente de estímulos interesantes? Tener una vida propia nos ayuda a crecer, a responsabilizarnos de nosotros mismos y a no volcar nuestras insatisfacciones y frustraciones infantiles en el otro.

Muchos artistas utilizan sus propias obsesiones y neurosis como herramienta de creatividad y catarsis. El cineasta Jan Svankmajer invitaba, en su célebre Decálogo, a abandonarse enteramente a las obsesiones, pues eran reliquias de la infancia, que era el lugar donde se encontraban los mayores tesoros. Deja que tus miedos te guíen a ese reducto extraño y mágico en el que todo estaba permitido, porque todo era un misterio: y permite que las cosas se encajen en su lugar con naturalidad.

Sólo se trata de canalizar aquello de ti que rechazas y te duele para iluminar aquello que permanece en sombras, haciendo consciente lo inconsciente. Es mucho más interesante que lo conviertas en poesía, en cine, en música, en literatura o incluso en un chiste, a lo que lo vivas como una constante lucha interna que te machaca y te agobia.

Cuando acechen los pensamientos recurrentes en torno al pasado de la pareja, aprendamos a anteponer el mantra mental: Soy el único responsable de mi vida. Yo sigo mi camino. repetido cuantas veces haga falta hasta crear el hábito de desplazar nuestra energía del exterior al interior, de modo que podamos anclarnos a lo que en esencia somos, no en cómo nos vemos a través de los ojos y sentires de los demás.

Empecemos a ejercitar el arte del agradecimiento. Las personas que pasaron por la vida de nuestro actual compañero, dejaron un legado. Gracias a las experiencias -ya sean duras o agradables-, aprendemos a valorar, cuidar y preocuparnos más por aquellos a quienes amamos.

Ahora me basta con saber que le dieron suficiente cariño y amor para estar conmigo en el presente.  Si miro lo que yo he hecho quizá sea igual o peor.  Más bien peor diría yo.  Pero en el fondo no está ni bien ni mal.  Esa es en parte mi conclusión.  La solución podría ser (la estoy poniendo en práctica cada día) darse mucho cariño y amor si puede ser y dejar que se esfumen las sensaciones, imágenes sexuales, etc…  Todos vamos buscando el amor de nuestra vida y por que no, ese amor también lo podemos crear en pareja a través de los conflictos que abordados con ese cariño, unen más.

(Testimonio real de C. uno de nuestros lectores).